CONTRACORRIENTE

Cuando leí esta noticia supe que me iba a causar problemas. La inteligencia me decía pasa de página, seguro que tienes un millón de asuntos mejores de las que preocuparte, pero, ya me van conociendo, no puedo pasar sin meterme en el charco.

A mí, la verdad, donde y como la metan el Vazquez y Boris me la trae al pairo, pero el asunto de Grande Marlaska es otra cosa. Porque este es todo un juez que durante el proceso de paz se las trajo tiesas con ETA, le puso las cosas difíciles y se convirtió en referente de un sistema judicial que no negocia con asesinos sino que los persigue y los juzga, como es su obligación.

Desconozco y me interesa poco si es compatible la judicatura con la publicidad, sea del uso de condones entre los gays o de consoladores entre quienes los necesiten, lo que a mí me parece es que, cuanto menos, es incompatible moral e intelectualmente.

Que Boris manifieste, textualmente, "Los tres tenemos unos pómulos muy bonitos" o "somos tres varones muy apetecibles, todos casados" me parece fiel a su estilo y en la línea de narci-gaysmo progresista tan de moda entre la gente cool. De Vazquez tampoco me sorprende pero Marlaska debe ser otra cosa, yo, al menos, espero de un juez de mi país otra cosa, como de un notario, de un registrador, un abogado del estado o cualquier otro cargo público que se respete minimamente a sí mismo y a quienes le pagamos.

El mando de mi casa es mío, tengo la libertad de cambiar de canal y elegir entre otros muchos lo que me gusta o no. Marlaska, lo suyo, en cambio, es otra cosa. Lo suyo, Señoría, es la defensa del Estado de Derecho y la Constitución, decidir las causas, dictar las resoluciones en función de sus plazos, fundamentar las sentencias, dirigir los procedimientos, concentarlos en lo posible para optimizar recursos, mantener la igualdad de las partes, cumplir, en definitiva, con la legislación vigente.

Esto, Señoría, es, con la venía, mear fuera del tiesto.