EL NÚMERO SEIS

Publicado en Estepona Información 19.07.2008
Ayer, en el Palacio de Congresos de Estepona, volvió a la consumarse la tradición del seis. En este momento la bendición para David Valadez ya que, como en el caso de Barrientos con Caba, fue este número el que saltando los obstáculos anteriores se impuso en la elección de Alcalde. Vayan en primer lugar nuestra felicitación para el elegido y el deseo de la más amplia de las fortunas, sinónimo de suerte, porque en la actual situación va a necesitarla. Y mucho.
Debo decir, en honor a la verdad, que David siempre me pareció un hombre preparado, tolerante, conciliador, pero falto de carácter. Lo vi., debo reconocerlo, como uno esos que prometen pero no llegan, que amagan y no dan. Ayer, por el contrario, vi a alguien firme, convencido de lo que hace y dispuesto a enfrentarse a lo que venga, compañeros de partido incluidos. Desconozco los entresijos de su candidatura, ya nos enteraremos, pero me da la sensación de que se plantó en su posición y, al contrario que su adversario de ayer Zamorano, hizo en 2001 en aquella maratoniana reunión nocturna en que se rindió, David puso sobre la mesa lo que había que poner e hizo valer sus derechos, incluso frente al chantaje de la no asistencia al Pleno.
Otra cosa, es la coherencia. Cuando se predican valores de democracia, igualdad, legitimidad, regeneración de la clase política, participación de la Corporación completa en tareas de Gobierno y toda esa serie de buenas palabras e intenciones que no es sencillo cumplir, no se debe pecar de ingenuo y permitir que le cuelen a uno el primer gol por la escuadra. La elección de ayer estuvo precedida por una clara vulneración de la Ley consentida por alguien cuya época en este Ayuntamiento hace tiempo que pasó. Los árboles no deben impedirnos ver el bosque. Valadez no debió consentir la convocatoria del Pleno anterior donde se inhabilitaba a Zamorano porque era manifiestamente ilegal. El propio muñidor de la estafa política manifestó en no menos de cuatro ocasiones sus dudas sobre la legalidad del acto. Pues bien, en caso de duda se abstiene uno de vulnerar la Ley. Mucho menos se da como buena una manifestación de parte, Duarte afirmando la legitimidad de la expulsión, para desestimar la de la otra parte sin justificar en absoluto ni motivar la decisión. Zamorano, todo hay que decirlo, hizo un alegato brillante, aunque excesivamente cargado, de la presunción de inocencia en su primera intervención.
Es cierto que de haberse dado como resultado la elección del número cinco, la ciudad hubiera devenido en ingobernable. Pero también lo es que la Ley está por encima de consideraciones particulares e individuales y lo de ayer debe ser un aviso a navegantes y la constatación de que se viene utilizando a la medida del interés de quién la aplica y esto, se supone, es lo que se quiere combatir.
El discurso del nuevo candidato estuvo preñado de buenas intenciones como era de esperar. Es de suponer que ante los graves problemas que acucian a nuestra ciudad se mostrará generoso y tratará de consensuar los asuntos de gobierno, no solamente por estar en clara minoría, sino por convicción. Un gobierno de consenso impedirá cabreos innecesarios y decepciones prematuras además de, al contrario del inicio de esta colaboración, la maldición del seis. La moción de censura que ya flotaba en el ambiente dentro de las filas del propio Partido Socialista.
Por último, David, ayer, en un arranque de buenos propósitos e ingenuidad, ofreció participar a la oposición en los Consejos de Administración de las empresas municipales. Ofrece, precisamente, el carro del que él se bajó al expresar sus dudas sobre la responsabilidad patrimonial de los Consejeros en decisiones de las que no se les hace partícipes. Cosas de la política.