De Madeira




Y no es Ronaldo. Vaya por delante mi efusiva felicitación al nuevo alcalde electo de Estepona, un gesto que a nadie ha de extrañar pues claras han sido mis preferencias y recomendaciones a lo largo de todo el tiempo transcurrido desde su elección como candidato. Dicho esto y como panegíricos no le han de faltar y uno no es muy dado al halago y la lisonja, dejo para más cortesanas plumas el almibarado relato de los próximos días y me centro en constatar lo que todavía constituye, al menos hasta el día 11 de los corrientes, la miseria y mezquindad de determinada clase política que pudiendo acabar como los toros nobles en el centro del ruedo, terminan por confirmar su verdadera condición de mansos y acunados en tablas, entre derrote y derrote con la vista en la femoral  del adversario terminan por salir entre los pitos del respetable de la plaza.
El resultado del pasado domingo, a pesar de las acusaciones hacia el medio en relación con la encuesta publicada hace dos semanas, no hicieron sino confirmar algo que era vox populi entre la población esteponera. Cualquiera que hubiera pisado el adoquinado de nuestro pueblo, observado el cierre indiscriminado de comercios en calles de primera, segunda o tercera, la pequeña compra diaria en las grandes superficies, muy alejada de aquellos carros llenos hasta rebosar y los casi diez mil vecinos que hacinan las colas del INEM, era un encuestador en potencia. Su deseo individual de cambio, de esperanza de que algo diferente llegara a la ciudad, multiplicado por el de otros doce mil que mantenían la misma esperanza que él, eran el mejor de los estudios de mercado. Hechos palpables que solo quienes mantenían en estos comicios un interés personal derivado de su pertenencia a alguno de los trece grupos, eran incapaces de atisbar. 
No obstante, y continuando con lo apuntado algunas líneas atrás, para llegar a esta situación de amplia mayoría, García Urbano ha tenido que ver como se empapelaba parte de la ciudad con algo parecido a un panfleto - ni a esto llegaba el pasquín - auspiciado por una fuerza política entre las perdedoras de estas elecciones. Flaco favor le hicieron quienes tuvieron la idea al alcalde saliente. Si algún indeciso había entre quienes a la postre depositaron su voto, la zafiedad, cutrez y falta de rigor incluso en la manipulación de documentos, terminaron por decidir, aún más si cabe, la balanza hacía el lado de los populares. En el pecado llevaran la penitencia.
Ahora llega la hora del trasvase de poderes. El alcalde saliente, en su emisora amiga, hacía el pasado miércoles toda una declaración de intenciones de corte amigable para, minutos más tarde, sin solución de continuidad, entre vidente e iluminado a punto de levitar, trazar una línea de imaginaria maldad en la futura política económica del gobierno que todavía no se ha llegado a formar. Valadez amenazaba con el impago de las nóminas para el mes de julio y la falta de capacidad presupuestaria para atender el gasto corriente y las inversiones. Uno, apelando al sentido común, se pregunta como es posible semejante panorama en boca de quién hace un mes presumía de haber confeccionado un presupuesto aquilatado a la realidad económica y de la ciudad  y se mostraba orgulloso de su logro. ¿Mentía entonces, miente ahora, o ha mentido siempre? Lo dejo a su criterio porque el mío está claro y meridiano desde el primer día. No es de Casares. Es de Madeira, como Pinocho.