Hoy me niego a contaros de nuevo cosas aburridas sobre el día a día de nuestro pueblo. Me vais a permitir que cambie de tema y nos adentremos en asuntos de loqueros, mejor aún, de gente con otra visión de las cosas y en este caso concreto con sentido del humor y mala uva.
El Doctor Rosenhan era profesor de psicologia en la Universidad de Stanford y, dicen las malas lenguas, tenía poco respeto por la psiquiatria tópica y típica. Un día de 1.973 se dirigió a varios colegas y sin embargo amigos para proponerles un curioso experimento, tan curioso e interesante que todos dejaron lo que estaban haciendo y se pusieron manos a la obra.
ZAS
La semana siguiente fué inhabitual para el doctor y sus amigos. Dejaron de afeitarse, de lavarse, incluso de lavarse los dientes. Probablemente el nerviosismo sobre los hechos venideros comenzó a afectarlos. Por fín, un día se levantaron y se vistieron con ropa muy usada, sucia o vieja. Cada uno de ellos tomó como destino un hospital psiquiátrico con servicio de urgencias. Hospitales de todo tipo, públicos y privados en diferentes ciudades de Estados Unidos.
Al ser atendidos contaron toda la verdad excepto su nombre, apellidos y profesión. La última pregunta, como era de esperar, coincidió en todos los casos:
- ¿Porqué está usted aquí?-Oigo voces, fué la respuesta común.
-¿Voces? ¿Y que dicen esas voces?-Zás, respondieron todos.
A partir de este momento todos los pacientes comenzaron a comportarse con normalidad, con la única excepción de que el tratamiento de pastillas que se les impuso en su internamiento era inmediatamente ocultado bajo la lengua y eliminado por el water.
Los psiquiatras al comprobar la evolución favorable de los pacientes y su respuesta al "tratamiento" fueron dándolos de alta con una periodicidad media de diecisite días de internamiento, siendo el más elevado de cincuenta y dos días, no sin antes ser diagnosticados de todo tipo de afecciones, entre las que cabe destacar esquizofrenia paranoide y psicosis maniacodepresiva.
Curiosamente, ningún médico de ninguno de los hospitales detectó el engaño y sí, por el contrario, lo hicieron algunos de los internos que pensaron eran periodistas o, incluso, inspectores de sanidad.
En el año 1.973 Rosenhan publicó en la revista Science el resultado de su experimento, obteniendo un notable eco y la animadversión de gran parte de la psiquiatría americana.
Uno de los hospitales burlados negó la validez del experimento y retó a Rosenhan a enviar pacientes de incógnito a lo largo de los tres meses siguientes, comprometiéndose a detectar los engaños con facilidad. Sus psiquiatras no erraban los diagnósticos.
El resultado fué ampliamente favorable al hospital toda vez que en los meses que duró el experimento detectaron 41 casos de pacientes falsos.
Pacientes que, sin embargo, el Doctor Rosenhan no había enviado.
Hubiera sido curioso ver la cara de quienes, enfermos mentales, fueron dados de alta por quienes presumieron no haber fallado sus diagnósticos.
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