No es más que la realización de méritos para ocupar un puesto o empleo en la vida, llamémoslo así, civil. En el lenguaje político es más de lo mismo, sumar puntos en la voluntad ciudadana para poder ocupar el puesto que otro ostenta en este momento, es decir, el poder. Para conseguir alcanzar la meta son necesarios la concurrencia de múltiples factores, errores del gobernante, carisma, cercanía junto a los ciudadanos, presencia en todos los foros y lugares de opinión, respeto y buen trato a los medios de comunicación, concreción en el lanzamiento de los mensajes, buena relación con las cámaras y micrófonos, crítica constructiva que los ciudadanos entiendan como apoyo para mejorar y, sobre todo, trabajo, mucho trabajo.
Nada sencillo, como ven, pero altamente satisfactorio si se consigue. No se entendería de otra manera el amplio despliegue de medios que los grandes partidos utilizan en las campañas electorales. Leía el otro día un informe en relación a la Junta de Andalucía en el que cifraban en más de cuatro mil los cargos de confianza de la Administración autonómica repartidos por las distintas provincias andaluzas que, a la media china, tres personas de media por familia, darían vida a una ciudad más grande que Manilva, sin contar con la posibilidad de manejo de dinero público para promoción propia y del partido y el clientelismo que todo esto lleva añadido. Me contaban el asombro de los cargos públicos del Partido Popular en plena campaña al entrar en Estepona por la Avenida Litoral y ver el despliegue de medios de los socialistas en contraposición con la escasa presencia de su partido, eso cuando no se ha obviado el recorrido para evitar odiosas comparaciones. Cosas, supongo, de la generosidad de los afiliados y su puntualidad en el pago de las cuotas mensuales.
Por todo esto no me alcanza mi comprensión a la hora de analizar el comportamiento de los dos grandes partidos de la oposición en Estepona. Da la sensación de que, como en el baloncesto americano, consideran los tres primeros años como los minutos de la basura en lugar de enseñar los dientes desde el primer momento y morder si fuera preciso. Asuntos y motivos ha habido más que suficientes a lo largo de los primeros meses de gobierno para ello y no se han aprovechado. El último, mal ejemplo para el futuro, la falta de apoyo público mostrado a los funcionarios represaliados por cumplir con su deber – habrá que ver a partir de este momento quien suple las vacaciones de los titulares- y especialmente la omisión de exigencia de responsabilidad al resto de alcaldes incluidos en el informe del Tribunal de Cuentas- o todos moros o todos cristianos- asunto en el que la oposición nada ha arriesgado siquiera para manifestar su opinión y postura en el ámbito político si no se quiere hacer, como entiendo corresponde, en lo personal, más aún si se ha sufrido el mismo trato en carne propia.
Debe ser por esto que a falta de presencia propia ha tenido que ser el primo de Zumosol quien presente un escrito ante la Gerencia del Catastro para tratar de evitar los valores que se han aprobado en la revisión catastral de nuestra ciudad. No seré yo, disciplina de partido, quién se pregunte ¿porqué ahora?, ó ¿como es que el PP local no ha presentado las correspondientes impugnaciones y posteriores recursos en lugar de encomendarse al candidato al Senado para que se apunte el tanto en plena campaña electoral?.
Algunos deben seguir creyendo aquello del pan y circo que pregonaban los emperadores romanos para contentar a la plebe, pero se les olvida que ya han desaparecido los plebeyos y que el pan si no es con tomate y jamón del que brilla, engorda. Y circo, lo que se dice circo, el que quiere verlo, se acerca al salón de Plenos una vez al mes.
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