RAQUEROS

Tal como prometía días atrás en la entrada de La Fuente de Cacho hoy voy a hablar de unos personajes que forman parte de la vida cotidiana de mi tierra natal: Los raqueros. Más que conocidos, personajes que forman parte del paisaje costumbrista de una ciudad y de su historia más cercana.
Santander siempre ha sido una ciudad abierta al mar y como tal ha mantenido a lo largo del Siglo XX una amplia actividad portuaria, recibiendo en sus muelles gran parte del tráfico marítimo que nuestro país mantenía con los continentes americano y africano. En sus muelles se han descargado, camino del resto de capitales de nuestro país, productos de primera necesidad: cacao, cafe, azucar o tabaco.

Allá por los finales del Siglo XIX y principios del XX proliferaban en el puerto, atraidos por la necesidad, gran cantidad de muchachos dispuestos a resolver el problema del hambre en sus casas a base de afanar al descuido cualquier producto susceptible de llenar el estómago familiar que encontrara a su alcance en las labores de estiba. Dada la nacionalidad de gran parte de los barcos, de habla inglesa, eran conocidos por Wreckers- pronunciado wraquer-, cuya traducción literal es -ladrón de barcos, saqueador de naufragios- de ahí la castellanización a raquero.

Los raqueros en los albores del siglo XX formaban parte del paisaje cotidiano y entre sus actividades se cuentan su capacidad de atracción para el resto de los ciudadanos. Pasaban la mayor parte de su tiempo en las zonas marítimas, generalmente desnudos o semidesnudos y subsistían a base de pequeñas cantidades de dinero que se les pagaba por recuperar los objetos que caían al agua, sombreros, alpargatas, paraguas, además de servir de atracción a los transeuntes a base de recoger las monedas -perras chicas generalmente- que les arrojaban al agua y sacaban en su boca.

Toman, asimismo, la acepción de raqueros unas pequeñas embarcaciones a vela que sirven para el aprendizaje de los jóvenes. Estas embarcaciones son de diseño español y suponen la alternativa a las Caravelle francesas. El nombre procede de la misma época en la que eran denominadas de esta forma grupos de chalupas que se dedicaban al robo y saqueo de naufragios cercanos a la costa.

Hoy, son denominados raqueros los jóvenes de extracción social baja, normalmente de barrios periféricos y, en general, todos aquellos que con su conducta alteran la normal convivencia pacífica de una ciudad burguesa y muy apegada al que dirán. Nada que ver con el recuerdo entrañable de los buscavidas, algunos de los cuales asistieron en su época madura al incendio de la ciudad en 1.941.

La imagen que inicia esta entrada es un original del año 1.890 y ha sido inmortalizada en el muelle de Calderón, junto al Club Marítimo de Santander, mediante un grupo escultórico que refleja con exactitud las páginas de la memoria de algunos santanderinos que, como mi padre, fallecido recientemente, vivieron aquella época.