CONTRACORRIENTE

Quienes siguen esta columna semanal conocen de sobra como en los últimos años se asociaba a quién suscribe, cosas del ahora innombrable, con determinados intereses en el subsuelo. El viejo truco goebbeliano, calumnia que algo queda o como una mentira mil veces repetida termina convirtiéndose, a los ojos de la gente de bien, en una verdad. Por eso, la noticia del cierre del parking de la Avenida de España me producía distintas sensaciones. Por un lado, como propietario de una de sus plazas, y por mi relación personal con parte de los propietarios, una faena. Por otro, como viejo aficionado a la arqueologia, más contento que Indiana Jones ante la tumba del último emperador de los incas. Porque, por fín, pensaba yo, a pesar de los pesares, se va a hacer la luz y vamos a desentrañar el misterio de los intereses del subsuelo. No lo duden, el parking de Zapallito es como un huevo Kinder. Tiene sorpresa dentro. O sorpresas. Y es hora de que se vayan desentrañando.
Por este mismo motivo, en contra de la opinión general, mi apuesta desde la primera declaración del Alcalde Valadez es que no se llegaría a cerrar. A estas horas, 11,30 del viernes 22, fecha prevista de cierre, permanece abierto. Y es que, en ocasiones, cuando el arqueólogo pasa el cepillo para desentrañar los misterios, se asusta ante lo que ve. Y ante lo que huele. Porque el asco ante el hedor generalmente supera a la curiosidad. Y algo por el estilo, sigo arriesgando, es lo que va a pasar aquí. Vamos a pasar página, nos sentaremos a negociar, solucionaremos lo evidente, correremos un tupido velo ante lo demás y que sea la justicia, lenta pero insegura, quién actue ante lo turbio. Una buena salida política y pelillos a la mar.
Es cierto que de cuando en cuando viene bien levantar las alfombras para ver el polvo escondido. De esta manera y abriendo las ventanas se ventila el ambiente y los ácaros y todo tipo de habitantes del lado oscuro desaparecen y se respira mejor. Algo así parece que ha sucedido en la Plaza de las Flores, sede de los últimos focos de resistencia al recién llegado ejército invasor. Hora era ya de que este pueblo se librara de semejantes incómodos habitantes y de que se dijera en voz alta. Anímo a todos los que vía sms y otras modernas vías de expresión os felicitais por la medida a que os mojeis en defensa de esa libertad de expresión que decís defender y tanto echabais en falta en vuestro medio. Os animo también a que dejeis vuestra condición de funcionarios, nada más lejano a la profesión de periodista, y demostreis ese supuesto amor a la profesión saliendo a la calle a buscar noticias, a denunciar injusticias, a combatir el dictado político. A demostrar en definitiva que estaís vivos y que os gusta lo que haceis.
Hablando de polvo, algo debe ocurrir con la nueva concesionaria de la limpieza para que el pueblo esté más sucio que nunca justo en la época que más limpio debe estar. Hagan ustedes la prueba. Dense una vuelta por el paseo marítimo y verán que las fuentes decorativas se han convertido en lavapiés. No en el barrio de Madrid, aunque por la diversidad étnica lo parezca, sino en depósitos de arena producto de la limpieza de esa parte del cuerpo. Si continuan hacia la zona de Levante, dirección edificio Jacaranda, la suciedad bate records, será cosa de la olimpiada. Ya puestos en materia olímpica, negociado de deportes autóctonos, pueden ejercitarse en levantamiento de piedras junto a la subida que lleva desde el citado edificio a la Vía Litoral. Es muy sencillo, pero en política tremendamente difícil, no perderle el pulso a la calle y al ciudadano. Se trata de hacer ciudad en lugar de hacer política.
Llegados a este punto, el parking sigue abierto. ¿Lo cerrarán? Francamente, me importa un comino.