EL LIMPIABOTAS






Cuentan quienes escriben la historia que Rockefeller ha pasado a la historia por su capital y no por su ruina como consecuencia de la intervención de una profesión hoy en desuso.

Corría el año 29, año del gran crack económico, cuando el banquero americano se encontraba, a primera hora de la mañana, limpiándose los zapatos. Su limpiabotas le hablaba de las últimas novedades bolsísticas con gran preocupación y verbo fluido ya que, al parecer, tenía todos sus ahorros invertidos en bolsa. El magnate, asustado por lo que oía y veía, corrió a vender sus títulos en la convicción de que "cuando tu limpiabotas invierte en bolsa, es tiempo de vender".

No digo yo que la anécdota sea totalmente real. Otras versiones señalan que los comentarios del limpiabotas se referían a la preocupación que sentían otros de sus clientes ante las noticias que se estaban produciendo. Teniendo en cuenta que su área de negocio era la "city" neoyorkina y sus clientes de las mismas características de Rockefeller, parece que al banquero se le encendieron las alarmas y procedió a poner su capital a buen recaudo.

Sea cual sea la verdad, lo cierto es que en estos tiempos de crisis es una buena anécdota para esbozar una sonrisa.