Publicado en Estepona Información 29.11.2008
Es sólo un dato curioso. Doscientos treinta y tres grados es la temperatura de combustión del papel. Es decir, que si en lugar de mandar el correo electrónico con mi artículo de la pasada semana hubiera quemado el borrador, seguramente, me habría ahorrado otra querella que sumar a la colección de las que me tienen presentadas el liquidador de las sociedades municipales y sus asesores de cabecera y hubiera colaborado a que quedaran fondos para la liquidación, una vez descontadas sus muy elevadas minutas.
Hoy, a primera hora de la mañana, el editor de este semanal me comunicó la mala noticia: Me han anunciado una querella contra el medio, por supuesto también contra ti, por el contenido de tu último artículo. Me quedé tranquilo en lo que respecta a la empresa, ya que tengo por norma firmar mis opiniones. Es decir, que la responsabilidad de lo que digo o escribo es exclusivamente mía. No tuve, por otra parte, la humildad de reconocer mi error y me mantuve en el machito de la soberbia. Ahora, varias horas después de la conversación, debo, humildemente, reconocer mi equivocación y disculparme. Tanto con el editor, como con los afectados.
Nunca, reitero, nunca, debí referirme al liquidador municipal como hiperactivo. Si algo ha quedado demostrado en estos cinco años que lleva en el cargo es que el trabajo no va a ser causa de problema alguno para su salud. Cinco años sin terminar de liquidar las sociedades, cuatro meses largos para entregar los saldos bancarios, falta de memoria para recordar las citas y entregar las cuentas y, en el colmo de la frenética actividad, mi compañero el infiltrado destapa el caso de la parcela perdida. Por no hablar de la famosa condición resolutoria que garantizaba al Ayuntamiento el cobro de las cantidades que se le adeudaban y que, al menos en los últimos cinco años, no ha sido ejecutada. Alguno debe creer que a estas alturas las amenazas van a surtir efecto y no le quepa duda de que efectos se van a producir. Veremos en que dirección y quién paga los platos rotos.
Cambiando de asunto, ayer, el debate nos terminó de aclarar la situación política esteponera. Faltaron el primer edil y el líder de la oposición, por distintas razones, pero el gobierno estuvo representado por el concejal popular asistente. Lo que no entiendo es que no se deje claro de una vez por todas. Yo he venido manifestándome desde el principio de esta crisis por la disolución del Ayuntamiento y la convocatoria de nuevas elecciones. Caso de no ser así, la otra solución lógica pasaba por un gobierno de concentración entre lo que queda del PSOE y el Partido Popular, junto con los minoritarios que se estimara oportuno. Esto, anunciado con luz y taquígrafos y previa presentación del programa de actuación para los años que quedan, hubiera sido, creo, muy bien acogido por los ciudadanos que hubieran visto su voto reflejado en la composición del gobierno. Lo que, a juicio de muchos ciudadanos, no se entiende, es la situación actual. Apoyo cerrado del PP a las medidas del gobierno aunque, como en el caso del convenio con la Casa Real Saudí, sea contrario a los intereses municipales. Y no lo digo yo, que también, lo dicen los servicios jurídicos municipales. Por no hablar de la falta de una oposición contundente a la política errática, falta de carácter y la absoluta ausencia de capacidad de gestión que vienen manifestando quienes nos gobiernan.
La acorazada mediática que vienen disfrutando no debe servir de parapeto a la realidad. Es cierto que desde la primera planta de Blas Infante se tiende a perder la percepción de los hechos que acontecen a pie de calle pero no se deben olvidar determinadas imágenes que muchos conservamos en la retina.
Con la misma pluma que algunos alaban, ensalzan y elevan el ego, sin solución de continuidad, te escriben el epitafio. Avisados quedan.
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