Cuando oimos hablar de los kamikazes a todos nos vienen a la mente los pilotos japoneses dispuestos a inmolarse, al frente de sus caza-bombarderos, para tratar de frenar el avance imparable de las tropas aliadas y dar un golpe de mano al resultado final de la guerra. La historia señala a una unidad de élite de la Armada Imperial Japonesa, al frente de estos antiguos aviones cargados de bombas de 250 kg. de peso cada una, que estrellaban contra la cubierta de los barcos aliados con objeto de hundirlos o, cuanto menos, dejarlos inutilizados para la batalla.
Esto, a grandes rasgos, es lo que ha pasado a la historia. La realidad, como casi siempre, es muy diferente. Es cierto que existieron estas Unidades de Elite, pero su nombre real en japonés es "Unidad Especial de Ataque Shimpu" , también conocida por su abreviatura "Tokkotai". Los jóvenes japoneses eran adoctrinados desde temprana edad con estos ideales y la propaganda del ejército imperial fomentó la ídea de que quienes formaran parte de estas unidades y murieran en cumplimiento de acto de servicio eran consagrados al templo Yasukuni, llegando al extremo de escribir cuentos y leyendas infantiles con estos jóvenes como héroes de las mismas.
Antes de la salida de cada piloto hacia su última misión, se celebraba un ritual o ceremonia donde se le entregaba la bandera del sol naciente (emblema oficial de la Armada Japonesa), junto con una pistola y una Katana, además del ritual del último sake antes de despegar. También recitaban o cantaban un poema llamado jisei no ku, compuesto por ellos.
Pero, como decía antes, la historia es muy diferente. Kamikaze, es el llamado "viento divíno". La historia se remonta a Kublai Khan, nieto de Genghis Khan, conquistador de China y fundador de la Dinastia Mongol. Tras conquistar el gigante asiático, puso a todo un ejercito de más de ciento cuarenta mil hombres y nueve mil barcos a la conquista de las islas que conforman el archipiélago japonés. Cuando estaban avistando la costa se produjo un impredecible cambio en la velocidad y dirección del viento que estrelló y hundió las naves junto a las costas japonesas. Así, Japón fue salvado por un "Viento Dívino "-en japonés, Kamikaze- de ser conquistada por quién se mostraría en la cercana China como un Emperador amante de las artes, las letras, los avances científicos y la tolerancia religiosa. Fue pionero en este último apartado nombrando consejeros de las diferentes confesiones para conseguir que convivieran en libertad. Recibió también en su país a mandatarios extranjeros, uno de ellos Marco Polo, que llegó incluso a ser su consejero. Su viaje de vuelta a Venecia lo hizo escoltando a una princesa mongola que el Khan había ofrecido en matrimonio al emperador de los persas.
Kublai Khan estuvo siempre condicionado por los problemas económicos de mantener un país tan poblado. Fue, de hecho, el primero en poner en circulación el dinero de papel, pero sus afanes conquistadores terminaron por provocar una elevada inflacción y problemas econonómicos para su imperio. Fueron estos problemas, precisamente, la razón de las tentativas para invadir Japón. El oro japonés fue el causante de la pérdida de su ejército. Fue el Doctor Kenzo Hayashida, arqueólogo maríno, quién descubrió los restos de la flota en la Costa Oeste de Takashima.
Existen, al margen del Kamikaze, otras versiones del desastre: precipitación por la escasez económica, barcos de río utilizados en los ataques, ejército inexperto. Algunas de ellas se caen por el hecho de que el arqueólogo encontró barcos de gran calado en los fondos marínos, barcos que no podrían ser gobernados por personal inexperto.
El resto porque, a estas alturas, a quién esto escribe, le parece mucho más romántica y mítica la presencia del Kamikaze, " El Viento Divíno" saliendo al rescate de las imperales islas que le dan cobijo.
1 comentarios:
Muy interesante, siempre pensé que kamikazes eran los pilotos. :)
Publicar un comentario