No es que a uno le cupiera la menor duda. Entre otras cosas porque mis escasos conocimientos no alcanzan siquiera para cuestionarlo. Junto con Leonardo Da Vinci, Galileo Galilei es uno de mis admirados antecesores en la vida de este planeta. Gente que hubo de poseer una estructura mental privilegiada para llegar al nivel científico que alcanzaron en una lucha contra las distancias, la intolerancia y la escasez de medios. Amén de la falta de referencias en las materias que trataron. Genios en estado puro.
Pensar que, hace ya cuatrocientos años, Galileo se disponía a lanzar balas de cañon de distintos tamaños desde la Torre de Pisa para demostrar que la masa no influye en la velocidad de descenso de los cuerpos y si la atracción gravitatoria que hace que todos sean atraídos por la gravedad a la misma velocidad, no entra en nuestros escasamente dotados cerebros.
En el colegio nos enseñaron que todos los cuerpos descienden con la misma aceleración con independencia de su peso. Esto es debido a la proporcionalidad de la fuerza de gravedad sobre la masa. Es decir, que un cuerpo con el doble de masa que otro, será atraido con el doble de fuerza pero, como la aceleración es igual al cociente entre fuerza y masa, será igual en todos los casos. A continuación, un vídeo de History Channel, nos demuestra a las claras que, en ausencia de rozamiento, lo señalado es cierto. Aunque parezca que la pelota de tenis está flotando, en realidad desciende a la misma velocidad que la montaña rusa.
Galileo, que fue catedrático de matemáticas en la ciudad de Pisa, fue lo suficientemente avanzado para cuestionarse la sabiduría heredada. El famoso experimento de las balas de cañón, un claro desafio a las teorías de Aristóteles, le costó su puesto de trabajo pero, para Galileo, la naturaleza y la experimentación eran las claves para juzgar la ciencia, nunca causas de naturaleza humana.
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