Se lo voy a decir sinceramente. A mí me parece de mal gusto. Los ciudadanos de Estepona, benditos y pacientes hasta más no poder, no se merecen esto. No se merecen lo que está ocurriendo en su ciudad y en su país, no se merecen diez mil parados, ni la crisis del comercio, ni la de la construcción ni la de la presión bancaria ni la tomadura de pelo de sus dirigentes. Insisto, decirle a un pueblo con la matraca que nos dieron el año pasado, que han ahorrado más de tres mil millones de las antiguas, es para correrles a gorrazos desde Sierra Bermeja a los Picos de Europa. Nadie, ni el más inocente de los santos del 28 de Diciembre, pudieran creerse semejante patraña. Mucho menos asimilarla, hacerla propia y encima anunciarlo a los cuatro vientos como si en la próxima esquina esperara el premio Nóbel de economía.
Manda cojones la cosa. Para que ustedes se enteren bien, sin lenguaje complicado ni nada parecido, es como si su señora suegra le presta tres mil euros para arreglar el baño y usted presume de ahorro porque todavía no ha llamado a los albañiles. Y usted tendría un pase, porque lo haría adrede y sabiendo que mentía, para presumir de economista casero. Lo malo de estos otros es que no se han enterado y realmente creen que han ahorrado y lo vocean a los cuatro vientos y hay quién se lo compra. Mientras, ustedes, proveedores del Ayuntamiento, corren alborozados a ver que hay de lo suyo y se encuentran con que no hay consignación presupuestaria ni liquidez en Tesorería. Y, claro, se preguntan que se ha hecho con los tres mil milloncetes de vellón. Y no hay respuesta. Porque hay vacío mental y un desconocimiento tan absoluto de lo que se tiene entre manos que es, lo digo de corazón, tremendamente preocupante. Hemos puesto un fórmula 1 en manos de un piloto suicida, y los que conducimos de frente somos todos los demás, el resto de los ciudadanos.
Supongo que el Pleno que se está celebrando ahora mismo habrá sido movido. Si alguna luz alumbra el cerebro de quienes mandan se habrá retirado del orden del día la liquidación del presupuesto y si algo de humildad queda se habrá pedido perdón por los desatinos cometidos, caso contrario entraremos en una espiral de dislates que harán que la liquidación de 2.010 sea digna de entrar en la antología del disparate dados los parámetros a comparar.
Pues no, miren ustedes, no ha ocurrido así. Escribo esto tras terminar el Pleno y nadie ha hecho examen de conciencia ni ha reconocido errores, eso sí, parece que lo vana arreglar pero callandito, con sordina, para que no entere nadie. Así la cosa pasa desapercibida y no hay que dar la cara.
Dar la cara es lo que ha hecho Sergio López en el asunto de su compañera de Equipo de Gobierno quién, por fin, deberá dar cuenta a sus compañeros de corporación y a los ciudadanos, especialmente a éstos, si ha utilizado correctamente su cargo o ha incurrido en incompatibilidad. Porque de ser así, tiene los días contados en política además de estar obligada a devolver lo percibido ilegalmente. No estaría mal del todo que su compañera de sentimientos hiciera lo mismo en lugar de refugiarse en un abandono del salón de Plenos que recuerda a la actitud del hoy alcalde cuando se llevaban asuntos de los que no se fiaba y le faltaba valor para manifestarlo en voz alta. La disciplina de partido alcanza hasta el punto exacto que se roza con la honradez y la honestidad. Taparse los ojos o volver la cara son argumentos judiciales - evitan el recuento del voto y en consecuencia la responsabilidad- pero en absoluto dan carta de naturaleza a la mínima presunción de independencia y criterio firme. Como dicen en mi tierra, es un lajodimos con vistas a la bahía.
Para finalizar, en esta edición de hoy hay un hombre valiente. Un hombre de sólo quince años, la hombría se demuestra y se mide por las actuaciones y la postura ante la vida y la resistencia ante la fuerza. Un hombre que da la cara por el derecho a la educación, a la libertad y a la justicia mientras sus compañeros de clase, pasivos, preparan el próximo botellón.
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