La estrategia del calamar




Si nuestra reciente democracia, poco más de treinta años la contemplan, fuera una democracia de verdad y no en lo que se ha convertido, David Valadez ya no sería hoy el alcalde de Estepona. Por muchos y variados motivos pero fundamentalmente por mentiroso. Ninguna de las democracias consolidadas de los paises más avanzados, con la probable excepción de Italia, mantendrían un solo día más en su cargo a un político que ha sido pillado en flagrante mentira. Valadez, el alcalde de Estepona, está por ser pillado en una verdad.

La última, tras meses de jugar al gato y ratón con su dialéctica de campamento de verano socialista, cuando en su comunicado del pasado martes reconoció - no le quedaba otra ante la convocatoria de pleno donde habría de ponerse de manifiesto - el uso de fondos procedentes de convenios urbanísticos afectos a Patrimonio de Suelo para el pago de las nóminas de Julio y Agosto, además de otros gastos corrientes prohibidos expresamente en la LOUA.
Con independencia de las razones que le han llevado a disponer de estos fondos, tiempo tendremos de hablar de ello, lo verdaderamente grave es que Valadez ha vuelto a mentir a los ciudadanos. Como los mintió, también Estepona Información descubrió el pastel, con la modificación de la subvención al IBI que ha supuesto una subida media del 20 % en ese impuesto. Tampoco ha sido claro, ni mucho menos hábil, al calificar de maniobra orquestada ¿por quién? al hecho de que más de cinco mil ciudadanos se hayan manifestado contra su forma de hacer política. No ha de ayudarle el silencio cómplice de sus apoyos mediáticos, en el pecado llevarán su penitencia, al tratar por todos los medios de esconder, entre Obamas y vacaciones de Agosto, el grito unánime de disconformidad de los ciudadanos con el máximo responsable del desaguisado en que se ha convertido esta ciudad.
Claro que, si existe justicia en este país, el responsable no ha de quedar sin su justo castigo. Es únicamente cuestión de tiempo, si la fiscalía, tan ágil para otros asuntos, no actúa de oficio, el que alguien se dirija a un juzgado de guardia y presente una denuncia por apropiación indebida. Y, además, para agilizar, solicite las medidas cautelares necesarias para impedir que se disponga un sólo euro más de unos fondos que habrán de devolverse ó, cuanto menos, renegociar los convenios que dieron origen a su ingreso en las arcas municipales.
Si triste es pillar al político en la mentira, más lo es aún ver como, imitando al calamar, intenta espandir la basura mediante informes como el emitido por el tesorero accidental o el negro que se lo escribe. Digo esto porque Valadez y su tesorero, según el citado informe y las posteriores declaraciones del alcalde, han perdido ocho millones de euros. Para que se aclaren, vienen a decir que, desde Diciembre de 2005, hasta la fecha, no son 25, sino 33 los millones ingresados por los convenios y que los 8 millones de diferencia han sido gastados no se sabe cómo, cuando, en qué, ni quién; ni se tienen documentos contables que los justifiquen. Mire, me ofrezco, voluntario y sin papeles, sólo con la memoria, a aclarárselo. El cómo es muy sencillo: mediante cheque o transferencia bancaria. Cuando: a partir de Diciembre de 2005 hasta que no hubo más. En qué, se lo puede usted imaginar, nóminas y pagos de gasto corriente hasta que se terminó y hubieron de regalarle el papel higiénico. Por fín, el quién, esto si es sencillo: usted y su antecesor que han sido quienes, únicamente, en su condición de alcaldes, han tenido capacidad para ordenar pagos entre los años 2005 y 2010.
En cuanto a los documentos que dice no conocer, el origen de los ocho millones, lo tuvo usted fácil, con haber efectuado el arqueo que le solicitó el anterior tesorero lo hubiera resuelto. Revise los convenios anteriores a Diciembre de 2005 y sus pagos aplazados. Ahí encontrará no ocho sino doce millones de euros largos de diferencia entre lo ingresado y lo depositado. Lo ampara la fecha de entrada en vigor de la LOUA y los pagos aplazados de los convenios firmados con anterioridad.
De nada.