Si la pasada semana les hablaba de la posibilidad de curarse ampliando horizontes, en ésta, un amigo que perfectamente pudiera haber escrito aquel artículo, me hacía ver otra posibilidad: la de enfermar aún más al ver como cada vez se van ampliando más las diferencias entre lo que se nos ofrece allende nuestras fronteras y lo que percibimos día a día en nuestra vida cotidiana. Si en épocas de bonanza la gestión de lo público en nuestra ciudad estaba a una distancia kilométrica de lo que viene haciendose en las regiones más desarrolladas, en la época actual de profunda crisis económica, la distancia se mide en años luz.
Con todo, estamos en pleno mes de Agosto y pretendo que esta crónica semanal sea algo más distendida y se aleje del habitual contenido económico para hacer un pequeño ejercicio de reflexión de lo que en la distancia me han parecido los actos de salida de la campaña electoral. Pasaré casi de puntillas por la presentación del candidato popular - gran éxito de crítica y público - excelentemente arropado por su partido, magnífica organización y mensajes de calado político. Clara declaración de intenciones de que Garcia Urbano no viene a hacer prisioneros si no a ganar las elecciones por las bravas y con una mayoría holgada que le permita gobernar esta ciudad sin ningún tipo de hipotecas ni cargas añadidas en forma de socios que únicamente tienen la boca para pedir, jamás para aportar y construir. Elcandidato popular, por lo visto hasta hoy, calla más que dice, observa y aprende a pasos agigantados lo que a otros les costaría años aprender y otros muchos no conseguirían ni viviendo dos vidas.
Por el contrario, en el lado de los socialistas los movimientos son confusos. Una lectura simplista nos indicaría un estado de depresión y huída hacia adelante pero, en mi caso, siempre dando una vuelta de tuerca a lo que no entiendo, me viene a la cabeza la frase recurrente de otro buen amigo: “no me gusta nada la postura del perro”, frase acuñada por los cazadore s de pluma ante la postura extraña de su fiel ayudante. Y no me gusta nada la postura del “perro”, entiéndase como metáfora, en relación a la de los socialistas con nuestra ciudad. Verán, fuí testigo del estrepitoso fracaso de la caseta de feria instalada en la Plaza de las Flores por la agrupación socialista esteponera, de la misma forma que soy testigo de todos y cada uno de los fracasos que su recién electo candidato Valadez va cosechando entre los futuros votantes. Sin entrar en los aspectos de la gestión, de los que ustedes tienen cumplida cuenta semanal en este espacio, la presencia física de Valadez entre la ciudadanía se cuenta por sonóros fracasos. De ahí que uno no entienda que alguien, que si algo ha demostrado es saber moverse en las aguas del medraje político y las puñaladas partidistas, organice su propia debacle política precisamente en el acto de su presentación como candidato, con los agravantes de diurnidad, soledad y abandono de parte de sus mentores provinciales e, incluso, de sus propios compañeros de partido en el gobierno. Me argumentan que las prisas se deben a su ambición, extrema, y a su necesidad de dejar cerrada la puerta a otras historias y movimientos cercanos al partido. Otros abogan por su bisoñez y su ceguera provocada por la antes mencionada ambición. No termino de ver las cosas claras - insisto en lo de la postura del perro- y abro una ventana a la posibilidad de que las prisas hayan venido desde la ejecutiva provincial a fín de medir las fuerzas reales del recién nombrado candidato por si hubiera que dar un golpe de timón. Si ha sido así, no ha hecho falta contratar a empresa alguna para medir el ratio por cuadrantes y los cuadrantes por metros cuadrados y las personas que caben en cada uno de ellos. Aquí se pueden contar, incluso con los dedos del encargado de un aserradero. Entre treinta y tres y cincuenta fueron los asistentes a la misma. Si descontamos a presentador y presentado, concejales, directores de área, el chivato y el comité, concluiremos con que ni siquiera quienes cobran productividades millonarias tuvieron la decencia de arropar a quién les firma la nómina. Atentos al rumbo.
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