No se si habrán tenido ustedes la oportunidad de ver esta magnífica película en la que, al margen de la interpretación de dos genios como Dustin Hoffman y Robert De Niro, destaca un impresionante guión de David Mamet. La película se va moviendo entre la comedia y el drama y es una ácida crítica de los entresijos del poder y la justicia. El argumento se basa en un presidente de EEUU, a punto de ser reelegido, que es pillado in fraganti en una situación escandalosa. Con la ayuda de un productor de Hollywood, inventa una guerra en Albania que le pueda servir de cortina de humo ante la crisis, a fin de salir vencedor en la batalla televisiva.
Lo mismo, pero en cateto, es lo que han tratado de hacer Valadez y Centeno esta última semana con la doble imputación de Valadez por presunta falsedad documental y delito societario. Si la intervención del segundo resultó peripatética, la del primero rayó lo Kafkiano. Centeno, después de achacar la denuncia del tesorero, para mí sobra lo de ex porque no tardará en volver, a "una campaña orquestada con claros objetivos políticos" -estuvo en un tris de la conspiración judeo-masónica pero no le salía completa la frase- se preguntó por el "oscuro" interés de mantenerse como liquidador habiendo cesado como Tesorero y argumentando que un cese llevaba al otro por así haberse aprobado en pleno. Ridículo y excéntrico argumento, peripatético, el de quién pretende hacer creer que en el registro mercantil se inscribe un cargo como representante de otro - en este caso tesorero como liquidador - en lugar de personas físicas o jurídicas como marca la Ley y debiera conocer quién nos representa como Diputado provincial.
Lo malo es que, en el colmo de la ocurrencia, acusa al pleno de haber efectuado de tal manera el nombramiento, situando a los miembros de éste y a los funcionarios encargados de la legalidad jurídica, en su mismo y escaso bagaje intelectual. Continúa acusando a Félix Domínguez de "malas prácticas" pero omite que el verdadero motivo de su cese es el informe que la misma mañana de la Junta General presentó en el registro de entrada municipal. No el informe en sí, sino la falta de ganas o valor político, o vaya a saber usted que otras oscuras razones, que han impedido al alcalde hacer aquello con lo que se le llenó la boca el día que decidió el nombramiento de Félix Domínguez como liquidador: las "dudas sobre la gestión anterior, los movimientos bancarios sin justificación y la falta de entrega de documentación por parte de su antecesor en el cargo".
En relación al papel del alcalde, éste ha decidido que no va a pasar a la historia por su gestión sino por su condición de denunciante de la operación Astapa. Para Valadez, existen dos tipos de denunciantes y dos tipos de imputados. Según la posición que él ocupe en cada caso, la bondad y la maldad ocupan posiciones contrarias.
La querella de Domínguez la achaca al peaje de su "osadía" en la operación Astapa. Más osado es, a mi juicio, gastarse 23 millones de euros, que no eran suyos, para ocultar su incapacidad para generar los recursos necesarios para gobernar la ciudad. Debiera, también, controlar a su vocero. Porque si Félix Domínguez está imputado en un caso de venta de parcelas municipales, lo está como tenedor del 0,5 % del capital social de la sociedad. El restante 99,5 % lo tiene él en su gobierno como socia preferencial. Y no hicieron, ambos, más que elevar a público un acuerdo de su antecesor en el cargo. Vaya enterándose.
Anuncia Valadez la contratación de abogado y procurador para su defensa de lo que considera "peaje" como denunciante de la Operación Astapa. Hora era ya de que lo hiciera porque al común de los ciudadanos le chirría verle entrar al juzgado acompañado por quién está a sueldo de todos los vecinos. Cierto es que ten mala costumbre es frecuente entre los políticos, su antecesor, sin ir más lejos, utilizaba su asesoría jurídica privada pagada con el dinero de todos para tratar de amedrentar a quines le molestaban.
De aquellos polvos, precisamente, vienen estos lodos.
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