Patada a la candela





Parece que se van aclarando las cosas. Al menos ya conocemos las distintas identidades de quienes se van a someter al escrutinio de los ciudadanos. Si las cuentas no me fallan, serán trece los grupos políticos que concurran a las elecciones del próximo 22 de mayo. A nadie se le oculta, ya lo puse aquí de manifiesto, que estas cosas ocurren cuando se quiere pescar en río revuelto. Dada la actual situación política nacional, en la que el presidente del gobierno se encuentra resistiendo a duras penas los embates de la oposición y las auténticas palizas diarias que le llegan del llamado "fuego amigo", los escándalos mayúsculos que se suceden en la Junta de Andalucía ahora que las encuestas hacen que aparezcan misteriosamente documentos antes muy bien guardados y lo que ha sucedido en Estepona hace escasamente tres años, parece claro que a nivel local hay un enemigo a batir. Y, curiosamente, no es, como sería lógico, quién detenta el poder, sino aquel que, en opinión de la mayoría, parece en condiciones de desbancarlo. Así es que, como antes señalaba, a río revuelto... todos a pillar un posible pacto.

Es prácticamente seguro que la gran mayoría habrán de quedarse por el camino que corta el 5% mínimo para obtener representación. De la misma forma que siglas similares y de idéntica procedencia puedan robarse entre ellas la intención de los votantes y restar más que sumar. Pero también podría darse el caso de que esta campaña masiva de todos contra uno haga que se repitan situaciones ya lejanas en el tiempo pero auténtico origen de la situación actual. Cabe recordar que desde la ya lejana mayoría absoluta del año 1995, sólo un ganador de las elecciones ha conseguido formar gobierno - Antonio Barrientos en 2007, con el resultado conocido- mientras que el resto de los candidatos ganadores en minoría hubieron de dar con sus huesos en la dura oposición. Es cierto que hoy no se da la situación del 99 con el pacto a cuatro, ni la de 2003, con los odios africanos de la moción de censura. Pero no olviden cuando vayan a votar lo anteriormente señalado. Como resulta habitual en mis escritos, me voy a mojar. Y no me refiero al sentido de mi voto, que es sobradamente conocido, sino a la necesidad que tiene hoy por hoy esta ciudad de un gobierno en mayoría que garantice la estabilidad política para los próximos cuatro años. Porque de esta estabilidad política se derivará una más que probable estabilidad económica que habrá de venir de la mano de una seguridad jurídica de quienes vengan a invertir. Que sólo lo harán de la mano, llámenlo ustedes como quieran, de la seguridad de un gobierno duradero y estable.

Porque ya es hora de olvidarnos de economías alternativas y otras palabras de bello significado en el vocabulario progre tan de moda en la actualidad y sueños de una noche de verano. El futuro de Estepona pasa por tener claro nuestro destino, que no es otro que el turismo, a ser posible de calidad, a base de potenciar el cuidado de nuestras playas, los campos de golf y, de una vez por todas, dar la cara al turismo náutico con la ampliación y mejora de un puerto deportivo de referencia en el Mediterráneo. A ello deberá ir unida una oferta hotelera lo más cerca posible del casco urbano y la puesta en valor del centro histórico a base de sacar del mismo los vehículos. Un centro peatonal y una exigencia máxima en la normativa a seguir en las terrazas, mesas, sombrillas y voladores, además de la regulación clara y no discriminatoria en materia de música y horarios de cierre. Algo tan sencillo, como dice un esteponero amigo, como cumplir con la legalidad. La misma para todos.

Todo lo anterior, que me disculpen quienes aspiran a representar a la minoría, sólo puede conseguirse de la mano de una mayoría absoluta. Es por esto que, desde aquí, desde esta ventana que se me abre desde ya hace varios años, les animo a que reflexionen sobre el asunto. A que olviden viejas convicciones y le den una patada a la candela de las ideas inamovibles y los mensajes anclados en el pasado. De los sentimientos heredados de antiguas afrentas. A que apuesten por un futuro mejor.