Estamos a menos de dos meses de la celebración de las elecciones municipales. Por fin, parecía que no había de llegar nunca, llega el momento de que se cierre uno de los paréntesis más oscuros, más turbios, desde un punto de vista político, de la historia de Estepona. El pleno de la pasada semana, ya lo había señalado antes de celebrarse en esta misma página, no hizo sino confirmar lo apuntado. Como no podía ser de otra manera a la vista de la documentación que acompañaba el punto, la votación no llegó ni a celebrarse al quedar el asunto sobre la mesa. Eso sí, previa justificación de los distintos grupos, ataques y furibundas descalificaciones para sostener los argumentos. Todos y cada uno de los que hablaron tuvieron su parte de razón. Cada uno de los argumentos esgrimidos fueron válidos a la vista del precario expediente que se presentó. Incluso, si me apuran, hasta el alcalde pareció una víctima de las circunstancias. O es un gran actor, que todo es posible.
El colofón entre los argumentos, insisto, casi todos válidos, lo puso la edil ex socialista, Marisa Rodríguez, quién, con una única pregunta a la que añadió una oferta de apoyo de ser conforme la respuesta, desmontó cualquier argumento que pudiera haber hecho dudar a los opositores. Marisa ofreció su voto a cambio de un solo renglón del convenio, un solo compromiso de cualquier instancia que garantizase la construcción de la Universidad. Y Valadez solo pudo apuntar, de lejos, un supuesto compromiso personal de un alto cargo de la Junta. Nada que mereciera ni la mínima duda ni la menor esperanza.
Cuando se hace una apuesta tan fuerte, cuando se pretende obtener un rédito electoral de una propuesta de este tipo, no puede dejarse semejante dato al azar. Un dato que, se mire por donde se mire, era la clave de que la propuesta pudiera plantearse. Luego habrían de analizarse temas jurídicos, de oportunidad, de diseño de ciudad, lo que los concejales hubieran puesto sobre la mesa, asuntos que hubieran podido tener solución - unos más que otros - en el tiempo, varios años, que tardara en desarrollarse el planeamiento. Lo que no cabe, no hubiera debido plantearse siquiera, es un negocio en el que el Ayuntamiento tiene la llave que lo pone en marcha sin que de sus beneficios y plusvalías la ciudad obtenga nada a cambio.
Es difícilmente creíble que Valadez confiara en ese proyecto, más bien da la sensación de que, en el fondo, es reo de unos compromisos que se escapan a su comprensión y capacidad de decisión y cuya trascendencia no está en sus manos evitar. Compromisos de instancias superiores, de altos vuelos, de intereses más elevados, mucho más elevados, que solo aterrizan a la hora de pisar el salón de plenos. Y me da la sensación que esto no va a acabar aquí. La presión, como siempre a escasos meses de las elecciones municipales, se irá haciendo más fuerte, como los anillos de la anaconda alrededor de su presa, tan fuerte como las necesidades de sustento de quienes concurren a las mismas y están en disposición de hacer posible su viabilidad.
Les hablaba antes de las distintas intervenciones e hilaba con el primer párrafo en el que daba por cumplida la legislatura. Tres años ya desde la intervención policial en el Ayuntamiento y la constatación de que se continúan las actuaciones por parte de los órganos policiales y judiciales según el último auto de prórroga del secreto del sumario dictado por el juez. Y alguien cercano, con atinada sensatez, me comentaba lo que hubieran podido pensar los investigadores si hubieran estado presentes en el salón de plenos y escuchado los argumentos de los distintos intervinientes. O lo que pensarán con los titulares, hasta hoy no desmentidos, con que nos obsequia semana tras semana este medio de comunicación. O las actuaciones y denuncias que continúan semana a semana ante los distintos jueces de la localidad por parte de afectados por decisiones municipales. Da la sensación de que avanzamos hacia atrás o de que, por alguna razón oculta, cada paso que damos nos aleja más de la solución de nuestros problemas.
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