Quién comete un error y no corrige, comete otro aún mayor". Ya sea con el clásico que da hoy título a esta mi colaboración semanal o con la frase que lo encabeza, atribuida a Confucio, lo que queda meridianamente claro es que la actuación de Valadez en el asunto del tesorero municipal se puede perfectamente definir como una huída hacia adelante cuya conclusión se nos antoja harto complicada.
Tire el alcalde del lado de la manta que en cada momento decida tirar, en las próximas semanas se le van a congelar los pies cuando no la cabeza. Me consta que estaba avisado, que sus consejeros ya le tenían advertido que esto no podía terminar de otra forma que con la reincorporación del tesorero a su puesto de trabajo ya que su condición de funcionario de carrera y, en su caso, como habilitado nacional, le concede esta posibilidad. La adopción de medidas cautelares ha sido, si me apuran, tardía, ya que, por si a alguno se le olvida, durante más de un año, desde enero de 2010, este Ayuntamiento en la ruina va a tener que hacer frente al pago de dos personas para el mismo cargo. Exactamente lo mismo que viene haciendo en el caso de la interventora, oficialmente en comisión de servicio en la región levantina, pero que, aunque hasta la fecha nadie ha levantado la liebre, la siguen pagando ustedes su salario mensual al igual que al que, oficiosamente, figura como su sustituto.
Dejando de lado el asunto económico, nada baladí, bueno sería que analizáramos los motivos que han llevado a Valadez a tomar esta decisión. Si, como coincide todo el mundo, la reincorporación es cuestión de días y la relación entre alcalde y funcionario a nivel personal no es ni buena ni mala, simplemente no existe, habrán de coincidir conmigo en que no parece lógico a priori enconar más la situación con la remisión de un decreto para dilatar aún más la tortura. Porque, no le den más vueltas, lo que le espera a Valadez y a los responsables económicos del Ayuntamiento es una auténtica tortura legal. Ésta, que es una administración absolutamente transparente, no por lo legales y públicas de sus actuaciones, sino por el río de filtraciones interesadas, dirigidas y muy habitualmente manipuladas que trascienden de ella, nos ha dejado a lo largo de los últimos meses un rosario de actuaciones, desde la liquidación del presupuesto en marzo de 2010, hasta la presentación del nuevo de 2011, que van a hacer que el tesorero tenga en este próximo año más trabajo que en todos los anteriores, casi veinte, que lleva desempeñando su labor en este Ayuntamiento. A lo mejor alguien piensa que con tapar algún que otro agujero en los próximos días van a salir del atolladero. Olvidan, o no les queda otra, que en cuestión de números, cada grieta que se tapa destapa otras dos, de manera que, en progresión casi geométrica, van a faltar dedos de la mano para impedir las fugas de agua.
Lo malo de todo esto es que en esta pequeña batalla han perdido todos. El alcalde, porque va a ver como su cruzada para pagar la nómina a costa de lo que sea, por muchas seguridades que le hayan dado quienes dirigen sus pasos desde el más allá, va a ver como se le complica la existencia en los próximos meses solo con rascar mínimamente la superficie. El tesorero, que ha perdido un año de su tiempo defendiéndose de unos ataques absurdos e injustificados por tan solo ejercer de forma legal sus competencias y usted, querido lector, porque de sus impuestos saldrán los dos salarios que habremos de hacer frente - el último con carácter retroactivo desde enero de 2010- por el mismo cargo y como consecuencia de la cerrazón de quien ustedes saben.
Las consecuencias son imprevisibles si, tal como marca la Ley de Murphy, las cosas en cuanto se rasque lo más mínimo aún puedan empeorar. En este grupo editorial ya se han empezado a barajar asuntos de enjundia que Domínguez tendrá que lidiar, algunos con un único destino posible: el judicial. Tomar dinero prestado sin autorización del prestamista tiene una única calificación. Y todo, paradojas del destino, a dos meses del combate electoral.
Dejando de lado el asunto económico, nada baladí, bueno sería que analizáramos los motivos que han llevado a Valadez a tomar esta decisión. Si, como coincide todo el mundo, la reincorporación es cuestión de días y la relación entre alcalde y funcionario a nivel personal no es ni buena ni mala, simplemente no existe, habrán de coincidir conmigo en que no parece lógico a priori enconar más la situación con la remisión de un decreto para dilatar aún más la tortura. Porque, no le den más vueltas, lo que le espera a Valadez y a los responsables económicos del Ayuntamiento es una auténtica tortura legal. Ésta, que es una administración absolutamente transparente, no por lo legales y públicas de sus actuaciones, sino por el río de filtraciones interesadas, dirigidas y muy habitualmente manipuladas que trascienden de ella, nos ha dejado a lo largo de los últimos meses un rosario de actuaciones, desde la liquidación del presupuesto en marzo de 2010, hasta la presentación del nuevo de 2011, que van a hacer que el tesorero tenga en este próximo año más trabajo que en todos los anteriores, casi veinte, que lleva desempeñando su labor en este Ayuntamiento. A lo mejor alguien piensa que con tapar algún que otro agujero en los próximos días van a salir del atolladero. Olvidan, o no les queda otra, que en cuestión de números, cada grieta que se tapa destapa otras dos, de manera que, en progresión casi geométrica, van a faltar dedos de la mano para impedir las fugas de agua.
Lo malo de todo esto es que en esta pequeña batalla han perdido todos. El alcalde, porque va a ver como su cruzada para pagar la nómina a costa de lo que sea, por muchas seguridades que le hayan dado quienes dirigen sus pasos desde el más allá, va a ver como se le complica la existencia en los próximos meses solo con rascar mínimamente la superficie. El tesorero, que ha perdido un año de su tiempo defendiéndose de unos ataques absurdos e injustificados por tan solo ejercer de forma legal sus competencias y usted, querido lector, porque de sus impuestos saldrán los dos salarios que habremos de hacer frente - el último con carácter retroactivo desde enero de 2010- por el mismo cargo y como consecuencia de la cerrazón de quien ustedes saben.
Las consecuencias son imprevisibles si, tal como marca la Ley de Murphy, las cosas en cuanto se rasque lo más mínimo aún puedan empeorar. En este grupo editorial ya se han empezado a barajar asuntos de enjundia que Domínguez tendrá que lidiar, algunos con un único destino posible: el judicial. Tomar dinero prestado sin autorización del prestamista tiene una única calificación. Y todo, paradojas del destino, a dos meses del combate electoral.
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