Ya lo puse de manifiesto en esta misma página hace un par de semanas. No supieron llegar, lo hicieron de la peor forma posible, incluso aunque tuvieran buena parte de razón en que el tinglado que se había montado era lo más alejado de lo que debe ser una administración transparente y bien gobernada, y están haciéndolo peor a la hora de salir. Cierto es que debe ser difícil darse de bruces con una realidad que los supera, que habían llegado a tal grado de auto embuste que terminaron por creerse sus propios delirios de grandeza. Le habían perdido el pulso a todo lo que no fuera su círculo más íntimo, cercano y reducido y se habían instalado en una realidad paralela como si de tratara de uno de esos expedientes X de Cuarto Milenio. Pero una vez constatada la realidad debieran tener, al menos, la inteligencia de salir con clase y estilo. Ni lo uno, ni lo otro.
Debe ser que he apuntado alto. Nada más y nada menos que inteligencia, clase y estilo. De lo primero, a poco que echemos la vista atrás, será difícil que encontremos siquiera un atisbo. De clase y estilo, para que les voy a contar, corramos un tupido velo. Así que, al menos, habría de pedírseles que no hubieran dado el cante. Que nos hubieran evitado a los ciudadanos el bochorno de ser testigos de una rueda de prensa conjunta en la que la ya cesante concejal de Hacienda se veía obligada a leer unas cifras que, de puro disparatadas, no cabe hacérseles más mención a que los datos solo podían explicarse desde una calculadora de Imaginarium. Claro que esta no fue la única comparecencia de la semana. La otra, la que ofrecieron las responsables de Estepona 2007, sonó a despedida definitiva. Este partido ha pagado, probablemente el que de manera más clara, la alianza con Valadez. Y no será porque no fueron advertidos de que el camino seguido solo estaría justificado para mantener un estatus imposible en la oposición. Pero solamente hasta ahí. Hubo un punto de inflexión, el momento en que Valadez dio el salto al reverso tenebroso de la vulneración permanente de la ley y el apartheid a los funcionarios de carrera para ponerse en manos de sicarios a los que los controles administrativos les sonaban a música celestial cuando no se los ponían, directamente, por montera. Ahí debió, Rosa Díaz, romper la alianza intergaláctica. Pero no lo hizo y no contenta con ello y escuchando los consejos de alguien evidentemente alejado de la realidad, incorporó a sus filas a la posiblemente concejal electa más cercana a la vida extraterrestre a la que antes nos referíamos. Si hay alguien que ha vivido en otro mundo ha sido Sílvia Cabrera. Y desde esas civilizaciones alienígenas se ha despedido haciéndose eco de sus logros. Entre otros la rehabilitación del templete de la plaza del Reloj, mientras los músicos le perseguían como el cobrador del frac intergaláctico.
Entre tanto se intentaba evitar la celebración del pleno en la sala principal del palacio de Congresos, algo que no debió siquiera plantearse si el camarlengo municipal hubiera ejercido su función de maestro de ceremonias desde el primer minuto sin dar mayores opciones, con objeto de que el nuevo alcalde electo no pueda recibir el homenaje de los ciudadanos y compañeros de partido en su toma de posesión. En definitiva, como ya les comentaba, ni llegada de caballo andaluz y si, en cambio y con alharacas, una salida digna de pollinos de la Mancha más profunda.
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