EL PROBE RAFAEL


Mala semana esta para escritos. La resaca de la visita de los Reyes, unida a la celebración de Todos los Santos, ahora jalogüin o algo así, han hecho que haya pocos temas de los que escribir. A mí, como el tema de los muertos no me pone nada y como tampoco en este asunto hay novedades por causa de la mala puntería en el lanzamiento de objetos a distancia, pues voy a hablar del probe Rafael, que hace mucho tiempo que no sale.
Y es que a algunos hasta las moscas se les hacen huéspedes. Que si ahora el tema de la licencia, luego te atacan en cualquier página Web, que si el personal, los que creías tus amigos, aquellos por los que empeñaste tu prestigio por encaminarlos en la aventura política, mercadean a tus espaldas y juegan con tu prestigio. Que dura es, Rafael, la vida del político en ejercicio. Tu, empeñado en hacer cumplir la legalidad, los vecinos, que no entienden este lenguaje, en hacer de su capa un sayo e impedir que el progreso llegue a esta ciudad. Claro que todos estos últimos líos te los hubieras ahorrado si estuviera aprobado el Plan Especial del Casco Antiguo, o se hubieran iniciado ya las obras de la Calle Caridad, en cuyo caso la música hubiera sonado en otro tono y no tendrías que estar dando continuamente explicaciones sobre esto y lo otro, que llevas más llamadas de la prensa en tres meses que en todo el año anterior.
Estepona, Rafael, es diferente, parece mentira que no lo supieras con tu experiencia. Aquí, la excepción es regla y la regla es excepción. Nadie mejor que tú conoce como están los pasos de los río, los caminos rurales, los cauces, las cañadas, eres espectador de lujo de todo lo que se ha venido haciendo en los últimos años en nuestros campos, has tenido sobrado tiempo de apercibirte de hasta que punto navegamos en el barco de la ilegalidad y el pasotismo. Que voy a decirte de las playas, fíjate, incluso, la contradicción que supone la sustitución del toro de la rotonda situada junto al puerto deportivo por una vaca, barco de arrastre que vemos habitualmente faenando ilegalmente en nuestras costas, esquilmando nuestro patrimonio pesquero.
Estabas, Rafael, evidentemente acostumbrado a otras cosas. Creíste que un palco en el Master era garantía de acuerdos, buen rollo, convenio debidamente negociado y Plan General en marcha definitivamente. Como debe ser, como se hacen las cosas. No te cupo la menor duda de que tus compañeros de partido serían los primeros en apoyarte, que tu experiencia en la gestora de Marbella, tu prestigio, sería suficiente para encontrar lealtad a tu alrededor, te apoyarían en el cumplimiento de la legalidad urbanística, no te esconderían los papeles para dejarte con el culo al aire en el debate público. Pensaste, también, en un pacto sólido, con gente leal, con capacidad de gestión y conocimientos del funcionamiento administrativo, pero no. Te tocó salir a dar la cara a justificar las obras ilegales de un compañero que cree, como hace años Fraga, que la calle es suya, en este caso la calle Málaga, olvidando que el derecho a la diversión y al ocio es tan legítimo como el derecho al descanso, pero no más y, especialmente, en los cargos públicos que deben ser, si cabe, más papistas que el propio Papa en materia de legalidad. Como en la canción del anciano grupo trianero, empezaron a verte accesible, comenzaron a atisbar síntomas de debilidad y te llevaron de viaje. Pensaron, que le estará pasando al pobre Rafael que hace mucho tiempo que no sale. Y te llevaron al tenis y viste la luz.
Te encomendaste, Rafael, a una Zeta, olvidando que Estepona, como te decía antes, es diferente. Aquí, tenemos dos.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

No te referirás al Zenador Zamorano, ¿verdad?