Este hombre que muestra tal cara de satisfacción es Antonio Aguirre, miembro del Foro de Ermua, en el momento de atacar brutalmente, mediante la aplicación de un "cojonazo" en el zapato, a un militante del PNV, consejero de distrito por más señas, de conocida militancia pacifista quién no fué, siquiera, identificado por la Policía Autonómica Vasca.
Hagamos memoria. El Presidente de la Comunidad Autónoma Vasca, Ibarreche, con che castellana, acudía a declarar a los Juzgados de Bilbao. En la puerta, sus partidarios abroncan y provocan a quienes, desde una posición crítica, han acudido a presenciar el juicio. Sin mediar palabra, el agresor se abalanza sobre Aguirre y le estampa una patada en el bajo vientre, a traición, como acostumbran, en su legítimo y consentido uso de la violencia, ora verbal, ora física, ora coche bomba.
Pues bien, no es suficiente, al parecer, para la dictadura nacionalista. Ahora el Juzgado de Instrucción nº 3 de Bilbao imputa a los agredidos por desórdenes públicos. Si no fuera porque en este País de cobardes nos estamos acostumbrando a todo sin levantar la voz, estamos mendigando paz política a cambio de entregas permanentes, a lo mejor, digo solo a lo mejor, conseguiriamos mirar a nuestros hijos sin sonrojarnos por la actitud que mostramos.

La imagen que antecede corresponde a la amable cara del valiente Gudari en actitud de sembrar la Paz, argumento recurrente del ideario de Sabino Arana.
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