Publicado en Estepona Información 09.08.2008
Aún cuando no estemos saliendo de un proceso electoral, tengo la intención de mantener un periodo de cortesía con el nuevo Equipo de Gobierno. Si bien cien días resultaría excesivo teniendo en cuenta su experiencia en tareas de gobierno, la propia actualidad nos marcará el momento en que no quepan disculpas y sea necesaria la crítica. Es por esto que, observadas por razones profesionales determinadas actitudes no excesivamente adecuadas, se me antoje a modo de consejo una pequeña reflexión.
La acción de gobierno es obligación del político. Es este quién, debidamente asesorado técnica y jurídicamente, debe ejercer el mando y tomar decisiones. Los últimos hechos acaecidos en Estepona no pueden, de ninguna manera, servir de coartada para la inacción de gobierno. Como tampoco deben servir para que los políticos se escuden en los técnicos para paralizar la actividad municipal. Ya sé que es pronto para la crítica, lo he comentado antes, pero los actos reglados deben tener una continuidad en el tiempo al margen de los devaneos políticos o judiciales. Los proveedores esteponeros no pueden seguir prestando servicios sin percibir su remuneración, porque la economía de nuestra ciudad depende en gran medida del Ayuntamiento. No es de recibo que setenta metros de obra en la calle Caridad lleven desde el mes de Septiembre con la calle levantada llenando de polvo e incomodidad la vida de los vecinos de la zona. Como no es de recibo que los contenedores soterrados sean más vertedero que contenedor, a mes y medio escaso del inicio de la nueva concesión. Estos y otros ejemplos no pueden ser objeto de cortesía en la crítica. Aquí no hay nada que aprender, solo seguir la rutina de los actos reglados de la administración.
Es claro que la herencia recibida, especialmente en las sociedades municipales, debe hacernos caminar con pies de plomo. Asumir responsabilidades económicas personales y patrimoniales no compensa en modo alguno la dedicación a esta causa. Pero también es cierto que hay soluciones para evitarlo. De una parte rentabilizar aquellas sociedades susceptibles de una gestión profesional, contratando a modo de empresa privada y exigiendo objetivos económicos y sociales y, de otra, mediante la liquidación de aquellas que están, por sus deudas con organismos oficiales, en situación de disolución legal.
Lo que no es de recibo es que al menor indicio de problema nos crucemos de brazos a la espera del informe salvador que nos libere de presuntas responsabilidades económicas. Eso no es gobernar. Eso es como aquel funcionario de banca que tenía dos montones de papeles en la mesa. En uno de ellos se encontraban los papeles que el tiempo debía resolver. En el otro los documentos que el tiempo había resuelto. Cada tres meses, por riguroso orden de fechas, trasladaba los papeles del primer al segundo montón.
Este nuevo Equipo de Gobierno, que ha generado expectativas en muchos ciudadanos, debe responder más allá de su política de gestos. A mí me preocupa poco el sueldo del Alcalde y los Concejales, es más, creo que deben estar muy bien pagados para estar las veinticuatro horas del día al servicio de los vecinos y de los problemas de nuestra ciudad. A mí no me valen los Concejales de media jornada, ni los que desconectan el teléfono móvil, ni los que llevan un asesor técnico o jurídico a su espalda que les autorice a la toma de decisiones. Si está usted preocupado porque la acción de gobierno puede afectar a sus bienes, entregue el acta y vuelva a su actividad profesional. Sea honesto con sus votantes y con el resto de ciudadanos que, hoy más que nunca, necesitan un gobierno volcado en la solución de sus problemas.
Abandonen los despachos y empápense de realidad.
La acción de gobierno es obligación del político. Es este quién, debidamente asesorado técnica y jurídicamente, debe ejercer el mando y tomar decisiones. Los últimos hechos acaecidos en Estepona no pueden, de ninguna manera, servir de coartada para la inacción de gobierno. Como tampoco deben servir para que los políticos se escuden en los técnicos para paralizar la actividad municipal. Ya sé que es pronto para la crítica, lo he comentado antes, pero los actos reglados deben tener una continuidad en el tiempo al margen de los devaneos políticos o judiciales. Los proveedores esteponeros no pueden seguir prestando servicios sin percibir su remuneración, porque la economía de nuestra ciudad depende en gran medida del Ayuntamiento. No es de recibo que setenta metros de obra en la calle Caridad lleven desde el mes de Septiembre con la calle levantada llenando de polvo e incomodidad la vida de los vecinos de la zona. Como no es de recibo que los contenedores soterrados sean más vertedero que contenedor, a mes y medio escaso del inicio de la nueva concesión. Estos y otros ejemplos no pueden ser objeto de cortesía en la crítica. Aquí no hay nada que aprender, solo seguir la rutina de los actos reglados de la administración.
Es claro que la herencia recibida, especialmente en las sociedades municipales, debe hacernos caminar con pies de plomo. Asumir responsabilidades económicas personales y patrimoniales no compensa en modo alguno la dedicación a esta causa. Pero también es cierto que hay soluciones para evitarlo. De una parte rentabilizar aquellas sociedades susceptibles de una gestión profesional, contratando a modo de empresa privada y exigiendo objetivos económicos y sociales y, de otra, mediante la liquidación de aquellas que están, por sus deudas con organismos oficiales, en situación de disolución legal.
Lo que no es de recibo es que al menor indicio de problema nos crucemos de brazos a la espera del informe salvador que nos libere de presuntas responsabilidades económicas. Eso no es gobernar. Eso es como aquel funcionario de banca que tenía dos montones de papeles en la mesa. En uno de ellos se encontraban los papeles que el tiempo debía resolver. En el otro los documentos que el tiempo había resuelto. Cada tres meses, por riguroso orden de fechas, trasladaba los papeles del primer al segundo montón.
Este nuevo Equipo de Gobierno, que ha generado expectativas en muchos ciudadanos, debe responder más allá de su política de gestos. A mí me preocupa poco el sueldo del Alcalde y los Concejales, es más, creo que deben estar muy bien pagados para estar las veinticuatro horas del día al servicio de los vecinos y de los problemas de nuestra ciudad. A mí no me valen los Concejales de media jornada, ni los que desconectan el teléfono móvil, ni los que llevan un asesor técnico o jurídico a su espalda que les autorice a la toma de decisiones. Si está usted preocupado porque la acción de gobierno puede afectar a sus bienes, entregue el acta y vuelva a su actividad profesional. Sea honesto con sus votantes y con el resto de ciudadanos que, hoy más que nunca, necesitan un gobierno volcado en la solución de sus problemas.
Abandonen los despachos y empápense de realidad.
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