Seguramente quienes siguen habitualmente este blog no conozcan mi afición a los toros. Probablemente, a alguno/a no le haga la menor gracia en estos tiempos que corren pero les aseguro que me la trae al pairo. Mi abuelo Germán me inoculó el veneno y la plaza de Las Ventas, diga Curro lo que diga, silencios más o menos, la mejor plaza del mundo, terminó de inocularlo.
Poco antes de llegar a Estepona, en compañia de una gran amiga, Encarnita González, vimos salir a José Tomás por la puerta grande de Madrid. Creo recordar que era su segunda puerta grande y, a pesar de mi conocida militancia Joselitista, debo confesar que se me pusieron los vellos de punta con la faena.
Los terrenos que pisa nuestro vecino están y han estado históricamente al alcance voluntario de muy pocos, algunos los han pisado sin conocer su peligro y así les ha ido. José es un vecino ejemplar de nuestro pueblo y nuestro pueblo es su lugar ideal para vivir. Un lugar donde puede pasear, jugar al futbol y vivir en familia sin el agobio de los aficionados y de los medios que sufriría en cualquier lugar de España.
Hace un par de días triunfó en una de sus plazas favoritas, Barcelona. Curiosamente, ahora que los antitaurinos la han hecho su ciudad bandera, José, en un alarde de inteligencia, la situa por derecho propio en el planeta taurino de plazas talismán para el mejor torero del mundo.
Disfruten con la tanda de derechazos que precede al indulto de su toro.
0 comentarios:
Publicar un comentario