JOAN TARDA






De las palabras de Tardá se ha dicho, creo, absolutamente todo en los medios de comunicación nacionales. También los políticos han hecho las declaraciones que han considerado oportunas en función de los intereses que representan. Partido Popular y Ciudadanos criticando duramente, especialmente estos últimos que han sido represaliados por la policía autonómica por repartir ejemplares de la Constitución, y el PSOE e IU tratando de vestir al muñeco en aras de sus pactos en Cataluña.

A mi, la verdad, no me sorprende nada. ERC es el heredero legítimo de aquellos asesinos de Tierra Libre que asolaron el panorama de Cataluña en la época de la transición. Son los fascistas con carnet democrático que piden libertad para sí mismos mientras golpean a los demócratas en la mismísima universidad. Rosa Díez o Albert Rivera, el líder de Ciudadanos, son un claro ejemplo. Los mismos que cercenan las libertades de los que no piensan como ellos, los que prohiben el castellano en España, los que no permiten la libre circulación de ideas en territorio, todavía, español.

El problema es que estos fascistas, estos si que son los verdaderos fascistas, sobreviven con la financiación que les facilitan los impuestos de todos los españoles. Estos, que impiden repartiur ejemplares de la Constitución en Barcelona, cobran sueldos millonarios del Parlamento español, se mueven en vehículos oficiales que pagamos entre todos y se sientan en los escaños del Congreso del país al que odían profundamente pero soportan porque les paga, y muy bien.

Este payaso, por ser generoso, es compañero de partido del hijo del guardia civil nacido en Teruel que cambio sus apellidos -Pérez Carod por Carod Rovira- para ser más nazionalista. El mismo que pidió a ETA, no que no matara, si no que no matara en Cataluña.

Una pandilla de hijos de puta nazional-fascistas, subvencionados por el dinero de todos los españoles. Ah, lo de hijos de puta lo digo como lo siento, me da lo mismo la contextualización, no como a él que debe recurrir a ella para justificarse y seguir cobrando.

Si éste fuera un país normal, orgulloso de su historia, de sus Leyes y su Constitución, este payaso no volvería al Parlamento, nunca más cobraría dinero público, nunca más representaría a nada español. Estaría fuera del sistema, el único sitio que puede estar y, desde allí, con su dinero, trataría de cambiarlo. Si tuviera lo que hay que tener. Que me temo que no.