La pasada semana cuando tuve noticia de la carta al director remitida por el representante del CSIF en respuesta a algunos de mis comentarios, créanme que dudé contestarlo. No porque no mereciera respuesta, que la merecía por su demagogia, mal tono y falta de tino, si no porque era tan burda, tan zafia y tan falta de criterio político que opté por no darle tres cuartos al pregonero. A lo largo de esta semana han sido varias las personas que me lo han comentado extrañadas. A mi argumento antes señalado, han esgrimido la falta de información en relación al fondo del asunto. De alguna manera, tal como yo mismo señalaba el pasado mes de Diciembre, las imágenes de unos bomberos acampados en tiendas de campaña en plena Navidad, rompían la cuerda por el lado más débil, obviando las causas que habían originado el problema.
Mi opinión, mi libre opinión, que no “larga vara de picar”, contradice las razones que los representantes sindicales y los trabajadores afectados han hecho llegar a la opinión pública. Para que todos ustedes se enteren, el problema radica en la negativa del colectivo de bomberos a incorporarse a un Consorcio Provincial que, según mi personal opinión, supone un incremento de la plantilla en más de un cincuenta por ciento sobre la actual, garantiza la prestación del servicio en el día a día por un número de efectivos mayor que hasta ahora, optimiza la plantilla en cuanto al número de trabajadores y mandos, mantiene las retribuciones y complementos, ya que el Ayuntamiento se hace cargo de las diferencias económicas y sociales y, además, supone para las arcas municipales un ahorro cercano al millón de euros anual. Eso, Sr. López Chacón, y no otra cosa, es lo que dicen los informes técnicos municipales. Lo otro, lo que impide el acuerdo, es la desaparición de las horas extraordinarias, de los refuerzos por bajas o vacaciones a cuatrocientos ochenta euros el día y de los cuatro días librados por cada uno trabajado que permite que, para gran parte de la plantilla, el Ayuntamiento sea su segundo empleo, la chapuza que permite llegar holgado a fín de mes. Lo otro, la ropa de firma o de quién firma, la demagogia sobre el trabajo de los profesionales y sus hacendosas esposas– no olvide que son bomberos, por tanto quienes cobran por apagar fuegos- y demás zarandajas y ataques personales, que no argumentos políticos ni sindicales, no aportan nada a la causa que usted dice defender.
Esto que acabo de escribir, Sr. López Chacón, es todo lo contrario a lo que usted define como “picar cobardemente”. Esto, tal como yo lo veo, es poner negro sobre blanco una opinión. Y, después, firmarla con nombre y apellidos. Verá usted, yo tengo otro concepto de la cobardía. Cobardía es, por ejemplo, apagar las luces del coche y hacer caso omiso a las órdenes de alto de la policía para saltarse un control de alcoholemia a las cuatro y media de la mañana al salir de una zona de copas. Cobardía es esconderse tras los compañeros para no darse por notificado de una denuncia judicial por escapar a la acción de la justicia. Cobardía es llamar por teléfono al Alcalde a las cinco de la mañana para que le saque a uno del charco en el que se ha metido. Estos, y otros muchos ejemplos que estoy dispuesto a debatir cuando quiera, son lo que yo entiendo por cobardía. Lo otro, opinar en libertad, es democracia. Es vivir en un Estado de Derecho, garantista de los derechos de cada uno. Un país donde alguien en quién se dan las circunstancias antes señaladas, no debería seguir un minuto más representando los derechos de aquellos a quienes ha vejado, manipulado y ofendido.
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