Ὦ ξεῖν’, ἀγγέλλειν Λακεδαιμονίοις ὅτι τῇδε κείμεθα, τοῖς κείνων ῥήμασι πειθόμενοι | Oh, extranjero, informa a Esparta que aquí yacemos todavía obedientes a sus órdenes.7 |
No tengo nada claro que cuando el concejal de hacienda, Antonio Sánchez, se refirió a los trescientos estuviera hablando de la épica novela gráfica del genial Frank Miller. Aún cuando resulta evidente que no era esa su intención, en ocasiones la realidad supera a la ficción y visto desde otro punto, imaginemos a vista de pájaro, podríamos situar a los protagonistas de la épica.
El gran Jerjes, emperador de los persas, amo y señor del mundo, intenta aplastar, al mando de un ejército formado por decenas de miles de hombres, al aguerrido pueblo espartano. Leónidas, su rey, encabeza la rebelión al mando de los trescientos, los más fieros y mejor preparados guerreros del mundo. Hombres nacidos para la lucha y criados para el sacrificio. El gran Jerjes amenaza con sus arqueros: "nuestras flechas oscurecerán el sol" - "pues lucharemos a la sombra" contesta Leónidas.
A lo mejor todo esto no les dice nada pero, a mí, la alusión a los trescientos trabajadores y al periodo concreto 2003-2007, me da que pensar. Es significativo que no se preguntara el concejal por los trescientos del cuatrienio anterior, o por los doscientos y pico de los dos últimos años. Que curioso que fuera a preguntarse, precisamente, por ese periodo concreto. Le faltó, cosas de la memoria, preguntarse que papel tiene asignado CCOO en la batalla de las Termópilas, si el alcalde Valadez es Jerjes o Leónidas y, sobre todo, que papel juega él en esta historia y quién reclutaba y firmaba los papeles de incorporación a filas en aquellos floridos años.
Por lo demás, abundando en lo comentado anteriores semanas, este Ayuntamiento sigue adoleciendo de capacidad de gestión. Y le sobra sectarismo. Quiero decir con esto dos cosas: Una, que está muy bien pasear consejeras y delegadas, siempre es bueno acercar a nuestro pueblo a representantes de otras administraciones porque, que duda cabe, se saca más de pedir que de dar. Pero esto debe ir acompañado de un esfuerzo diario de un equipo remando en una misma dirección. Y eso, hoy por hoy, insisto, no sucede. Las buenas palabras, la paz, la armonía y las campanillas están muy bien para los días de fiesta y las excursiones campestres pero quién tiene abierto un negocio y se juega su dinero, exige soluciones y cumplimientos puntuales. Quiero decir también que el sectarismo, la falta de capacidad de autocrítica y el poco encaje son moneda común de los políticos malos. De aquellos que, lejos de buscar soluciones a su déficit para la gestión, optan por tratar de matar al mensajero. Antes de tomar esta vía, debieran reflexionar, pensar que es mucho más rentable rectificar y encontrar el camino correcto de la gestión adecuada y reglada que medir sus fuerzas en una batalla en la que, a lo mejor, queda todo por decir.
Este es, lamentablemente, el humor de un ciudadano que molesta porque discrepa. Y lo que es peor, al parecer, para algunos, lo expresa en voz alta y lo argumenta. Que se cabrea porque alguno se cuestione su derecho legítimo a pisar la casa del pueblo, que también es la suya, a defender los legítimos intereses de quien le paga. Por eso, por lo que rodea al poder, es por lo que esto no funciona. Por mucha buena voluntad que pudiera ponerse en la gestión del día a día, que no dudo exista en buena parte de quienes nos gobiernan, hay un batallón de derribo poniendo palos en las ruedas. Y no vean lo que nos cuesta.
Claro que, dirán ustedes, con una oposición fuerte y cohesionada, esto tendría solución. Se evitarían episodios como el de la contaminación denunciada esta pasada semana que, por prudencia y sentido de la responsabilidad, bien demasiado escaso, me voy a abstener de comentar. Que ustedes disfruten de
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