Publicado en Estepona Información
Más de lo mismo en nuestra crónica semanal. Engaños y más engaños a los ciudadanos por parte de los representantes sindicales de las sociedades municipales. Para preocuparles únicamente “su” estado de bienestar, carecen del mínimo espíritu crítico que les haga ocuparse de lo que debiera ser su prioridad. Matar al mensajero o echarle tres cuartos al pregonero, no soluciona sus problemas. Los problemas se solucionan desde el cumplimiento de las promesas, desde la exigencia de transparencia en la gestión de las empresas, desde el conocimiento de la situación económico-financiera de éstas y, después de tener en cuenta todo lo anterior, desde la exigencia al socio mayoritario, el Ayuntamiento, representado por su Equipo de Gobierno, la puesta en marcha de un plan de viabilidad que permita la solución de los problemas de las empresas, precisamente, desde dentro de éstas, el lugar donde se originaron.
A ninguno de los representantes sindicales, repartidores de falsos pasquines acusadores contra el eslabón que creen más débil, bendita ignorancia, se le ha ocurrido pedir las cuentas de las sociedades. Exigir transparencia, conocer el estado económico-financiero, la situación de la deuda con hacienda y seguridad social, la cuenta de pérdidas y ganancias. Eso, que tan poco interés los merece, los igualaría con el resto de la sociedad civil, con los casi cinco millones de desempleados de nuestro país, con los más de ocho mil de nuestro pueblo. Pero ellos, erre que erre, creen tener derechos adquiridos al margen de la ley.
Claro que es más sencillo la exigencia de acceder al escalafón funcionarial por la vía de la patada en la puerta, más cómodo saltarse a la torera la legalidad y echarle las culpas a quién únicamente está cumpliendo con su obligación de velar por las cuentas municipales, es decir, por los intereses de la mayoría de los ciudadanos que no han accedido a la vida laboral por la puerta de atrás y siguen pagando sus impuestos. Cierto es que no todos protestaron, una pequeña parte de ellos, privilegiados por razón de su pertenencia a determinada empresa, no tienen necesidad de protestar. Cobran, incluso, antes que el personal funcionario. Ya habrán adivinado a qué empresa pertenecen y el curioso ejemplo de solidaridad obrera que los dirige bajo el influjo del compañero de Sierra Maestra.
Decía un antiguo compañero de pasiones políticas con, todavía hoy, importante cargo institucional, que “las mociones de censura ni se anuncian ni se desmienten, se firman”. Clara alusión a los movimientos que, como estos últimos días en Estepona, se producen en algunos municipios, más por el hartazgo del personal derivado de sensaciones pesimistas, que por la posibilidad harto improbable de que se produzcan. Hoy por hoy, hablar de esto en Estepona es dar carnaza a una parte de la ciudadanía descontenta con el cariz que están tomando los acontecimientos, unos vecinos que perciben la aparente provisionalidad de un gobierno no sólo inseguro sino, además, incómodo e insoportable en las relaciones entre sus mismos componentes.
Será por eso, seguramente, que el portavoz popular entrara al trapo de la pregunta incómoda. Respondió como tiene por costumbre, sin reflexionar, y su respuesta abrió las noticias de los medios interesados en terminar con los rumores. A nadie pareció importarle que la rueda de prensa hubiera sido convocada a instancias suyas y que, en la hora y media larga que duró, su mensaje nada tuviera que ver con lo que luego fue noticia. Es decir, olvidó el sagrado mandamiento reseñado más arriba y que la rueda de prensa la había convocado para hablar de “su libro” , como dijera el maestro Umbral, y no para caer en la burda trampa tendida para que ese libro – mensaje de los populares- fuera de lo único que no se habló en los días posteriores.
Claro que, ventajas de escribir a última hora, cuando las barbas de la vecina Antonia veas pelar............
A ninguno de los representantes sindicales, repartidores de falsos pasquines acusadores contra el eslabón que creen más débil, bendita ignorancia, se le ha ocurrido pedir las cuentas de las sociedades. Exigir transparencia, conocer el estado económico-financiero, la situación de la deuda con hacienda y seguridad social, la cuenta de pérdidas y ganancias. Eso, que tan poco interés los merece, los igualaría con el resto de la sociedad civil, con los casi cinco millones de desempleados de nuestro país, con los más de ocho mil de nuestro pueblo. Pero ellos, erre que erre, creen tener derechos adquiridos al margen de la ley.
Claro que es más sencillo la exigencia de acceder al escalafón funcionarial por la vía de la patada en la puerta, más cómodo saltarse a la torera la legalidad y echarle las culpas a quién únicamente está cumpliendo con su obligación de velar por las cuentas municipales, es decir, por los intereses de la mayoría de los ciudadanos que no han accedido a la vida laboral por la puerta de atrás y siguen pagando sus impuestos. Cierto es que no todos protestaron, una pequeña parte de ellos, privilegiados por razón de su pertenencia a determinada empresa, no tienen necesidad de protestar. Cobran, incluso, antes que el personal funcionario. Ya habrán adivinado a qué empresa pertenecen y el curioso ejemplo de solidaridad obrera que los dirige bajo el influjo del compañero de Sierra Maestra.
Decía un antiguo compañero de pasiones políticas con, todavía hoy, importante cargo institucional, que “las mociones de censura ni se anuncian ni se desmienten, se firman”. Clara alusión a los movimientos que, como estos últimos días en Estepona, se producen en algunos municipios, más por el hartazgo del personal derivado de sensaciones pesimistas, que por la posibilidad harto improbable de que se produzcan. Hoy por hoy, hablar de esto en Estepona es dar carnaza a una parte de la ciudadanía descontenta con el cariz que están tomando los acontecimientos, unos vecinos que perciben la aparente provisionalidad de un gobierno no sólo inseguro sino, además, incómodo e insoportable en las relaciones entre sus mismos componentes.
Será por eso, seguramente, que el portavoz popular entrara al trapo de la pregunta incómoda. Respondió como tiene por costumbre, sin reflexionar, y su respuesta abrió las noticias de los medios interesados en terminar con los rumores. A nadie pareció importarle que la rueda de prensa hubiera sido convocada a instancias suyas y que, en la hora y media larga que duró, su mensaje nada tuviera que ver con lo que luego fue noticia. Es decir, olvidó el sagrado mandamiento reseñado más arriba y que la rueda de prensa la había convocado para hablar de “su libro” , como dijera el maestro Umbral, y no para caer en la burda trampa tendida para que ese libro – mensaje de los populares- fuera de lo único que no se habló en los días posteriores.
Claro que, ventajas de escribir a última hora, cuando las barbas de la vecina Antonia veas pelar............
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