El "modus operandi" era sencillo. Desaparecía la presunción de inocencia y se aplicaba de manera inmediata la presunción de culpabilidad. Es decir, no era el Comité quién debía probar la culpabilidad de alguien- en este caso su pertenencia al Partido Comunista- sino el ciudadano sospechoso quien debiera demostrar su inocencia. Parte fundamental en el entramado era la delación. El compañero de trabajo, vecino o, simplemente, cualquier conocido cargado de envidia, eran chivatos habituales. Había una forma de expiar las culpas: convertirse en delator. Así, la figura del chivato cobraba vital importancia. De aquellos tiempos vienen las llamadas "listas negras" que hoy designan a un grupo de individuos que deben ser apartados de un grupo u organización. Son especialmente activas en las Dictaduras, en las que se incluye a los enemigos del régimen.
No se si ustedes, especialmente quienes tienen relación laboral o profesional con el Ayuntamiento de Estepona, ven algún paralelismo entre los párrafos anteriores y lo que hoy sucede en él. Yo, llevo años viviéndolo en primera persona pero, créanme, pensaba que estos tiempos estaban definitivamente superados y que, cuanto menos, dejando de lado las consecuencias de los hechos de los que se ha cumplido un año, algo cambiaría a mejor. Lamentable error el mío. La Ley de Murphy ha vuelto a actuar de forma inexorable y la política de persecuciones a los trabajadores considerados no afectos al régimen por el mero hecho de tener algún tipo de afinidad personal o familiar crece como la espuma. De la misma forma, se ha perdido el respeto a una ley no escrita que, como en todo organismo y empresa pública o privada de gran tamaño, se tenía una cierta deferencia con antiguos miembros, cargos públicos o empleados. Hoy, tristemente, el miedo se ha apoderado de las distintas delegaciones. La persecución política ha contribuido a la elaboración de algunas "listas negras" y los chivatos campan a sus anchas. El pago: productividades injustificadas, consolidación de las plazas como funcionarios y otras prebendas. La pena por pertenecer a estas listas: traslados injustificados, retirada de complementos consolidados y mobbing y represión sectaria al más puro estilo fascista. La exigencia de lealtad personal, nunca se solicita la verdaderamente importante, la institucional, refleja a las claras las inseguridades y carencias de un gobierno precario. Precario en número y en preparación de sus componentes que están llevando a nuestra ciudad a una crisis sin precedentes. Crisis económica y política. Una, producto de la situación general, que no ha sabido encararse para minimizar o, cuanto menos, paliar sus consecuencias. La otra, producto de la incapacidad para alcanzar acuerdos y de la falta de mano izquierda para dejar a la justicia lo que es de la justicia y a la política lo que le corresponde.
4 comentarios:
Que razón llevas en tu artículo. Entiendo que no quieras dar nombres pero quienes estamos dentro sabemos de lo que hablas.
Eso si, tu incidente es discutible. A mi no me parece bien que utilices sin permiso un ordenador.
Así que sin nombres se acusa de MacCarthysmo al gobierno actual. Que no digo yo que no se practique, no tengo ni idea aunque sospecho que sí, como siempre.
Y con ese "como siempre" voy a donde quería, parece que diferencias entre lo actual y lo de antes. Que yo sepa, y sí que sé, la persecución política contra los empleados municipales ha existido desde siempre en un ayuntamiento con más militantes que funcionarios como el nuestro.
O su faceta "positiva", el amiguismo político que ha promocionado a un sin número importante de inútiles. Las dos caras de la misma moneda, aunque cuando te putean te quejas y si te promocionan te callas, y no por vergüenza, que muchos ni la conocen. En fin ...
Puede que en parte tengas razón, es cierto que el clientelismo por exceso de favores o purgas a los no afines sea el culpable de ésto.
En cualquier caso no es la primera vez que denuncio esto, con nombre y apellidos, lo que ocurre es que al final terminas perjudicando a quien tratas de apoyar.
Lo que es indudable es que yo no esperaba que David permitiera esto. Salvo que lo desconozca, lo que es aún peor.
Continuo porque ayer me llevaban de la mano en casa. Evidentemente, hablo del hoy, del día a día de esta ciudad. Igual que tu en la columna de al lado.
A mi, desde luego, no me sirve el que este asunto haya sido moneda común en otras épocas, te garantizo que no en lo poco que afectó a mi responsabilidad.
En cualquier caso, se supone que esto debiera ser una administración ejemplar que acabara con todos los males del pasado, no una que no solo no los corrigiera sino que, por el contrario, los aumentara y esa es hoy la triste realidad. Macartismo en estado puro.
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