Publicado en Estepona Información
Hay que tenerla dura para lanzar la brutal campaña de desprestigio que se está ejecutando contra el presidente de la Comunidad Valenciana. La cara, me refiero. Que quienes pertenecen al mismo partido del vicepresidente tercero del gobierno, el amigo Manolo, el que ha colocado a todos los colocables de su familia en la administración andaluza y, no contento con eso, les ha dotado de financiación a sus empresas con el dinero de todos, sean capaces de pretender alterar el voto popular por un quítame allá esos trajes, es de película de Chaplin. Del de la primera época, la del torpe y atolondrado.
A mí me da que es un problema de gustos. De falta de gusto, por precisar. Y es que, con independencia de quién los pagó, los trajes son de baratillo. Y le caen como a un Cristo dos pistolas. Otra cosa hubiera sido si a Zaplana le buscan las vueltas. Este si que tiene toda la pinta de un lord ingles de vacaciones. Trajes a medida, corbatas de seda, zapatos ingleses. Gusto por lo bien hecho. Camps, por el contrario, voy a hacer la crónica rosa, no tiene gusto alguno. Las mangas le caen largas, los hombros a doble altura, zapatos de mercadillo. Vamos, que digo yo, que de llevárselo puesto, el traje me refiero, lo mínimo exigible sería a medida o, cuánto menos, de marca conocida. Porque Milano es a la elegancia, como Mª Antonia Iglesias a la belleza. Paralelas que nunca llegarán a encontrarse. Mal debe irle al gobierno para tratar de enmierdar con esta bazofia. Especialmente en la región valenciana donde cada día que pasa, cada vuelta de tuerca al cutrerio acusador, mayor es el apoyo popular al acusado. Porque una cosa es la elegancia y otra la gestión y, ahí sí, Camps lo borda.
Lo que son las cosas. En nuestro pueblo, por el contrario, las encuestas previas al levantamiento del secreto sumarial, no reflejan lo que algunos esperaban. Según mis noticias, insisto, en los días previos al levantamiento, las encuestas encargadas por los dos partidos mayoritarios, reflejan un empate técnico entre ambos. También la desaparición de los partidos minoritarios y un curioso voto residual a la tercera fuerza política que, al menos en mi opinión, desaparecerá en la marabunta. Flaco favor le hacen los datos al Partido Popular. Si con lo que ha caído estamos como estamos, no quiero imaginarme lo que puede llegar a ocurrir si la Junta de Andalucía y el Gobierno Central se vuelcan con Estepona y le ofrecen un apoyo similar al que tuvo Marbella en su momento. No ayuda en absoluto el resultado de la última asamblea de los populares. Una elección de continuidad cantada y razonable, en un momento en que el problema lo tienen otros, que se ve desvirtuada por la falta de cintura a la hora de elegir al equipo. Porque, si bien son todos los que están, está claro que no están todos los que son. Una vez más, a la hora de sumar, se eligen mal los signos y se termina restando. Por no hablar de la escasa asistencia al acto en un momento en que, aunque solo fuera por las expectativas, debiera haberse partido la pana. Tiempo hay para remediar lo remediable, otra cosa es que, además de tiempo, haya cintura y cabeza.
Improvisación. Cuando se quieren dar lecciones de moral no se puede caer en errores de libro. Y de error de libro debe calificarse a la falta de expediente en la contratación de un quirófano para la plaza de toros. Anda que no hemos tenido tiempo desde que se nos dio el ultimátum por la falta de ambulancia y quirófano. Un año ya, vísperas de la operación Astapa, estuvo a punto de suspenderse el festejo por esta carencia. Que un año más tarde se utilice un pago a justificar para resolver el problema es, insisto, un error de libro. Y una prueba de que los árboles de la judicialización de la política no nos dejan ver el bosque de la eficacia en la gestión.
¿Novedades? La conjunción de los astros del turno de oficio y las estrellas en ocaso. Y el próximo aniversario del 11-S, ya saben, lo de las torres gemelas. O algo así.
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