EL SINDROME DE BLAS INFANTE





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No se me molesten los nacionalistas, me refiero a la plaza a la que da nombre el insigne Padre de la Patria andaluza, donde está situada la casa consistorial de nuestro pueblo. El lugar que, sabe Dios porqué extrañas razones, ejerce un curioso influjo sobre sus moradores. Lo vimos con toda claridad en el comportamiento de su anterior ocupante y parece que el extraño síndrome se ha apoderado del último morador. Se manifiesta por una curiosa transformación en la personalidad de quienes lo sufren. Comienzan, como en un sucedáneo del “delirium tremens”, por ver enemigos en todas partes. O se está con ellos o se está contra ellos. No admiten el término medio ni el pensamiento individual, ni la crítica ni la discrepancia. Cualquier error por su parte lo transforman rápidamente en una persecución política dirigida en su contra con extraños intereses ocultos. Rizan el rizo y aunque no llegan a la conspiración judeo-masónica, les falta poco. Les molesta el condicional, la presunción de inocencia – prefieren la de culpabilidad - y se creen intocables. A uno ya le han pelado las barbas, el otro debiera poner las suyas a remojar.


La continuación de los síntomas pasa por la supuesta deslealtad de quienes solo cumplen con su obligación. Los mismos de quienes se sirvieron para tener un puntual conocimiento de las continuas irregularidades de la etapa anterior, yo no utilizo el condicional porque me he hinchado a escribir sobre ellas, son ahora vilipendiados por hacer exactamente lo mismo que entonces. Cumplir con su obligación. Otra característica es la caza de brujas hacia supuestas filtraciones de documentos olvidando que los acuerdos plenarios son públicos, se exponen en el tablón de anuncios y están en poder de todos los concejales y partidos con representación en el consistorio. Y mienten, mienten desaforadamente en una triste huida hacia adelante que, estando al borde del abismo, solo servirá para que den un paso al frente. Esta fase se manifiesta en la compulsiva convocatoria de ruedas de prensa para desmentir lo indesmentible y negar lo innegable. Buen ejemplo el de esta misma semana con ocasión del asunto de la tasa de basura. No contento con meter la pata hasta el corvejón y lejos de asumir el error y corregirlo con rapidez, niega lo evidente. Eso si, con la conveniente ayuda interesada, para que ocuparse en pensar, de los medios de comunicación que escriben al dictado. Ellos no necesitan el condicional, los dan el trabajo hecho. El resultado: en las páginas de este semanal tienen ustedes cumplida prueba del lado en que está la verdad. Mentira tras mentira hasta quedar con las vergüenzas al aire. Mi postura es meridianamente clara. En favor de la razón. Al amigo, el culo, al enemigo, por el culo y al indiferente- es el caso- la legislación vigente. Ley Reguladora de Haciendas Locales, Sección 1ª, Artículo 7, punto 2: “ El acuerdo que adopte el Pleno de la Corporación habrá de fijar el alcance y contenido de la referida delegación y se publicará, una vez aceptada por el órgano correspondiente de gobierno, referido siempre al Pleno, en el supuesto de Entidades locales en cuyo territorio estén integradas, en los Boletines Oficiales de la Provincia y de la Comunidad Autónoma, para general conocimiento”. No se molesten en buscar la aceptación y publicación de la delegación de 2.008, no existe. De la misma manera, no busquen la delegación para 2.009, se delegó exclusivamente el 2.008. Y lo saben. Pero huyen hacia adelante porque se lo han gastado.

Dirán ustedes, con buen criterio, que si lo publicado en las últimas semanas fuera cierto habría de producirse alguna reacción. Tienen ustedes razón. Ya lo demandé la pasada semana. Tras las denuncias efectuadas por este medio, los ciudadanos esperamos una explicación razonada por parte de la concejal Rodríguez Alarcón. En su defecto, insisto, quién calla otorga, exigimos la reacción de los miembros de la oposición. Queremos que defiendan los derechos de quienes los han hecho depositarios de su voto. Contra el nepotismo, contra el sectarismo y contra toda sospecha de corrupción. Nadie está exento de ser cuestionado, ni está tocado por la vara divina exculpatoria aunque, en el colmo del disparate de su equipo asesor, convoque manifestaciones por la divinidad.