LA CÁRCEL DE PAPEL


Miren ustedes por donde, uno que ya ha cumplido una edad y no puede decir, porque mentiría, que fue perseguido por Franco y represaliado por sus ideas, entre otras cosas porque creo que por aquellos años ni las tenía, va a contar entre sus heridas de guerra, bagaje político o trinchera mediática, con algo que añadir a su curriculum democrático: haber sido perseguido por un alcalde ¿socialista? y encerrado, nada menos, que en la cárcel de papel, como en la Codorniz, vulgo papelera de la casa consistorial. Leía esta semana la indignación del sindicato mayoritario entre los funcionarios, CSIF, por los hechos que, al parecer, no es la primera vez que ocurren y me cabreé. Coño, no critiquen a la ligera, que esto de ser perseguido político viste la de Dios. Miren, en mi época, entre los quince y veinte años - cuando la barba no se sabe si es incipiente o que se te ha derramado el café, les hablo de los primeros setenta, cuando follar no era pecado, sino milagro, y los únicos que conseguían arrimarse mismamente al pastel sexual eran los progre de entonces, barbilampiños, sucios de diseño y ropajes sacados de los restos de Mayo del 68, ser un perseguido político era como ser hoy tertuliano de la Noria, garantía de éxito personal y profesional. O sea, que la persecución política mola que te cagas, que diría mi amigo Rafael Roselló. Y van estos del CSIF y se ponen a criticar, ahora que nos están haciendo famosos con eso de tirarnos a la papelera. Resulta que el último ejemplar de Estepona Información está siendo buscado por los recónditos agujeros de la clandestinidad en un remedo de aquellos años del Triunfo, Diario Madrid, El Papus - qué recuerdos- o, el más ácrata, Ajoblanco. Dirán ustedes que debemos estar satisfechos, uno en su mínima participación, por el pedazo de mérito que tiene este semanal que, ejemplar tras ejemplar, denuncia de forma sistemática la ineficacia e incapacidad del gobierno, cuando no el desconocimiento de su alcalde que permite le aplacen el pleno una semana por no saber contestar a lo que era, única y exclusivamente, una trampa de la oposición para ponerle en evidencia. Uno, inocente, de no estropearse el negocio por la metedura de pata del sindicato esteponero, pensaba que podría pasar a la pequeña historia de una gran ciudad como colaborador del medio que acunó a Lino Bernstein o a Paula Woodward, el Estepona Post. Ya se me hacía la boca agua pensando en la pelea de los directores a sueldo de la Sinde por llevarlo a la gran pantalla. Yo ya me había adjudicado el papel de Garganta Profunda, cuando, malditos bastardos, me llegó la noticia que hundió todas mis esperanzas. !!Que no Pepe, que no!! que eso a ellos no les importa nada. Verás. Tú, como no te gastas el euro, no has visto la página 24, la de Cuchita. Es que una nueva colaboradora de tu periódico, una pija madrileña de paso en Estepona, en un sólo día, con un sentido del humor lejos del alcance de las neuronas de quienes nos gobiernan, ha conseguido lo que tus, presuntamente, sesudos - de seso- artículos, no han conseguido en los últimos años. Os creéis el centro del universo, me dijo mi interlocutor, y no os dais cuenta de que a los malos gobernantes, casi siempre rodeados de una Clá fiel y poco exigente intelectualmente, lo que de verdad los hace daño es el sentido del humor. Primero, porque carecen de la capacidad de reírse de si mismos. Después, porque están tan poco convencidos de lo que hacen que cualquier apunte humorístico hace que, como esponjas incoherentes, terminen absorbiendo lo que no era más que la imaginación desatada de una niñata con ganas de divertirse. Para una vez que uno tenía la oportunidad de ser algo más que un advenedizo llegado de la gran puñeta, chulo de gomina y adalid de los depredadores del ladrillo y la especulación, me cortan los cataplines. Cuchita y la Casa Real Saudí me han tomado la delantera. Mil cuatrocientas setenta y siete viviendas de cien metros cada una de desarrollo sostenible y respeto medioambiental en un perfecto idilio con el entorno y las tradiciones históricas de nuestra tierra, más una pija inteligente, lo han hecho posible. Manda cojones.