..es la guerra!! la frase la pronunciaba Groucho Marx en la genial "Los hermanos Marx en el Oeste", una de las magníficas películas de los albores del cine sonoro, mientras quemaba en una locomotora de vapor los vagones del tren e iba acercando hacia sí a los enemigos, creo que indios, de los que pretendía huir. Es decir, Groucho, iba eliminando paulatina y desaforadamente una tras otra todas sus tablas de salvación. Cualquier parecido con la realidad, como verán, no es pura coincidencia. La semana venía caliente y el malestar era generalizado tocaras el foro que tocaras. Valadez, a diferencia del genial actor, prácticamente sin esfuerzo, ha conseguido la unanimidad: cabrear a todos. Especialmente a quienes le rodean, que están sufriendo la misma transformación que los que siguen a cualquier dictador iluminado. Comienzan riéndole las gracias, continúan empapándose de la vanidad que el disfrute del poder proporciona y terminan asombrándose cuando, al oír el timbre de la puerta, no es el lechero el que llama sino el motorista que te comunica el cese o el notificador que te da el día con el expediente sancionador. La dimisión de Lina Rivas confirma que el que debiera ser Equipo, con mayúsculas, de Gobierno, es una banda incoherente e inconexa de intereses primarios - no olvidemos la responsabilidad patrimonial de los administradores en las sociedades mercantiles- que han comenzado a darse cuenta de que estando al borde del abismo, se los exige dar un paso al frente. Y hasta ahí podíamos llegar. Que se juegue su patrimonio, su hacienda y su familia aquel al que le merezca la pena el precio a pagar y que, debió pensar Lina, si le compensa, nombre consejeros externos, que en otras materias más llevaderas y de mayor presencia pública ya tienen lugar de privilegio.
Con todo, cabreos internos, externos, mediáticos y familiares, la situación continuaba siendo llevadera en el sentido de que a la ejecutiva provincial le quedaban pocos mimbres para componer el cesto esteponero. La disolución de la agrupación local, la expulsión de los imputados y el sectarismo imperante en los primeros tiempos bajo la máscara de una supuesta limpieza, honorabilidad y transparencia, ha devenido con el tiempo en la constatación por parte de la ciudadanía y de los altos cargos del partido de que debajo de todos estos artificios no existe nada sólido que rascar. Y, no lo olvidemos, Estepona para el Partido Socialista es, en este momento, junto a Mijas, el único bastión de la Costa Occidental en el que han obtenido resultados electorales positivos - Manilva es fruto de otras historias - y de que su pérdida puede significar la pérdida de Diputación y Mancomunidad que ,si bien desde el punto de vista del ciudadano, no sirven para nada, para los partidos, sus cocinas y sus despensas, son bastiones imprescindibles donde aparcar a los cargos que quedan huérfanos de la s debacles electorales. Llegados a este punto y tras constatar, uno mismo, que Valadez no cuenta con la confianza ni de los ciudadanos, ni de su partido, ni de sus socios de gobierno ni, obviamente, de la oposición, se preguntarán ustedes, al menos yo lo hago, ¿que razones le sostienen para aferrarse al cargo? Un cargo, les recuerdo, que no ganó en las urnas, por lo que tampoco está legitimado para utilizar el argumento de servicio a los ciudadanos que han depositado en El su confianza y a los que debe la inquebrantable lealtad de bla, bla, bla, bla......, es decir, que, tal como yo lo veo, la postura de Valadez no es otra que una huída hacia adelante sin rumbo, a la vista está, sin objetivos, al menos conocidos, sin recursos, resulta obvio, sin amigos, los ha dejado por el camino y sin apoyos políticos, los ha aburrido y comprometido para defraudarlos. Le queda, cada vez menos, la comprensión y apoyo de los medios de comunicación que no ven lo evidente o no lo quieren ver y un grupo de palmeros constituidos en una pseudo asociación que es lo más parecido a la cofradía del clavo ardiendo, donde se agarraban quienes, hasta la dimisión de Lina Rivas, creían haber encontrado el hueco desprotegido por donde accederían al castillo por la puerta de atrás.
Con todo, cabreos internos, externos, mediáticos y familiares, la situación continuaba siendo llevadera en el sentido de que a la ejecutiva provincial le quedaban pocos mimbres para componer el cesto esteponero. La disolución de la agrupación local, la expulsión de los imputados y el sectarismo imperante en los primeros tiempos bajo la máscara de una supuesta limpieza, honorabilidad y transparencia, ha devenido con el tiempo en la constatación por parte de la ciudadanía y de los altos cargos del partido de que debajo de todos estos artificios no existe nada sólido que rascar. Y, no lo olvidemos, Estepona para el Partido Socialista es, en este momento, junto a Mijas, el único bastión de la Costa Occidental en el que han obtenido resultados electorales positivos - Manilva es fruto de otras historias - y de que su pérdida puede significar la pérdida de Diputación y Mancomunidad que ,si bien desde el punto de vista del ciudadano, no sirven para nada, para los partidos, sus cocinas y sus despensas, son bastiones imprescindibles donde aparcar a los cargos que quedan huérfanos de la s debacles electorales. Llegados a este punto y tras constatar, uno mismo, que Valadez no cuenta con la confianza ni de los ciudadanos, ni de su partido, ni de sus socios de gobierno ni, obviamente, de la oposición, se preguntarán ustedes, al menos yo lo hago, ¿que razones le sostienen para aferrarse al cargo? Un cargo, les recuerdo, que no ganó en las urnas, por lo que tampoco está legitimado para utilizar el argumento de servicio a los ciudadanos que han depositado en El su confianza y a los que debe la inquebrantable lealtad de bla, bla, bla, bla......, es decir, que, tal como yo lo veo, la postura de Valadez no es otra que una huída hacia adelante sin rumbo, a la vista está, sin objetivos, al menos conocidos, sin recursos, resulta obvio, sin amigos, los ha dejado por el camino y sin apoyos políticos, los ha aburrido y comprometido para defraudarlos. Le queda, cada vez menos, la comprensión y apoyo de los medios de comunicación que no ven lo evidente o no lo quieren ver y un grupo de palmeros constituidos en una pseudo asociación que es lo más parecido a la cofradía del clavo ardiendo, donde se agarraban quienes, hasta la dimisión de Lina Rivas, creían haber encontrado el hueco desprotegido por donde accederían al castillo por la puerta de atrás.
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