No vayan a creer ustedes que he confundido el clásico de Carroll con las aventuras de Peter Pan, en absoluto, pero creo que si me permiten la licencia y soy capaz de darlo forma, seré capaz de transmitir lo que pienso. La última obra de Burton nos presenta la vuelta de Alicía, tras la huella del conejo blanco, trece años después de su primera visita, con diecinueve cumplidos y prometida a un lord inglés al que no quiere, al mágico mundo donde habitan el Sombrerero Loco y la malvada Reina de Corazones.
Cuándo el pasado jueves escuchaba el audio de la rueda de prensa de David Valadez junto a Francisco Conejo no pude por menos que recordar a los personajes de esta peculiar obra. El teatrillo montado en la nueva sede socialista y la visita de nuestro particular conejo blanco al que persiguen tanto la malvada Reina como nuestro particular sombrerero no desmerece en absoluto la imaginación del autor. Claro que el problema de los nuestros protagonistases que en lugar de vivir la aventura en el País de las Maravillas se han empeñado en hacerlo en el de Nunca Jamás. Cual émulos de Peter Pan, empeñados en no crecer ni política ni intelectualmente, confunden el deseo con la realidad y se ponen en el más espantoso de los ridículos sin que nadie tenga que rascarlos siquiera. O sea, de motu propio.
Vino Conejo a mezclar en Estepona las churras de Gürtel con las merinas de Marbella. Cómo en esta columna siempre he defendido la presunción de inocencia de los ex-concejales de su partido y la manifiesta birriosa y biliosa denuncia de Valadez y adláteres, me puedo permitir la licencia de calificar de bajo y mezquino a quién pretende cuestionar el derecho de un ciudadano libre en un país presuntamente libre a ejercer su libre albedrío en el terreno de la política. ¿Su argumento?: calificar a García Urbano como el notario del GIL. Olvida sin duda Conejo que la moción de censura de Marbella contra Julían Muñoz la firmó íntegramente el grupo municipal socialista que encabezaba la ex- compañera de gobierno del señor Conejo en Diputación, Isabel García Marcos. Omite el Sr. Conejo, cosas de la juventud mental permanente, que su actual alcalde firmó como miembro del grupo municipal socialista un pacto de gobierno con el PES, también en una notaría de Estepona, pero cuyo titular no parece interesarle dado que no va a comparecer a las elecciones municipales. Por cierto, de ese pacto de gobierno, presunción de inocencia por delante, no debe olvidar el resultado final. Ataca Conejo a Ricardo Galeote como consecuencia de su imputación en el caso Gürtel y se olvida que quién se sienta a su lado en la rueda de prensa está asimismo imputado por prevaricación urbanística. Exactamente igual que una de sus excompañeras de partido, ex-miembro del comité provincial socialista, a quién, a diferencia de Valadez, obligaron a dimitir de su cargo de forma fulminante.
Cuestionan el empadronamiento del futuro candidato del PP en una percución xenófoba, sectaria y anticonstitucional, poniendo de manifiesto que han vulnerado la Ley de Protección de Datos y reculando, cuando se los acusa , en un frustrado intento de ocultar su nerviosismo tapándose la cabeza para dejar al descubierto los pies.
Se pregunta Conejo sobre la implicación de un ciudadano, un profesional y empresario, en los colectivos esteponeros. Cómo si fuera condición sine qua non para ejercer los derechos políticos. Mírese el ombligo en su propia lista o pregúntese por los puestos de trabajo creados en la trayectoria profesional y empresarial de García Urbano. Y, ahora, compare con su curriculum y elde quién le acompaña en la sala de prensa y dígannos a los esteponeros donde, además de en cargos públicos, han trabajado ustedes dos. Se lo diré yo: han pasado de las juventudes socialistas, uno locales, otro provinciales, a vivir de la administración. Y ahí piensan jubilarse si Dios les da salud. Y a quién les molesta o les pueda suponer impedimento para seguir en el machito lo envían al pelotón mediatico de fusilamiento que dirige, en un ejemplo de sectarismo, su particular Reina de Corazones.
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