Cuando se trata un asunto como éste, me refiero al de los controladores aéreos, lo cómodo, usual, sencillo y políticamente correcto es ponerse del lado de la opinión mayoritaria. De esta forma se evita uno discutir de forma acalorada que es la única forma seria de discutir, con lo que se gana en salud y en número de amigos. Pues va a ser que no. Y no es porque tenga nada a favor de los controladores, que no lo tengo, o algo en contra del gobierno, por Dios que se vayan ya, sino, simple y llanamente, porque lo que nos han contado no es la verdad.
Esa y no otra es la razón de que haya pasado la parte del fin de semana pasado por agua buceando en Internet, accediendo a foros de controladores, hemerotecas varias y digitales no subvencionados. Y, cuanto menos, hay muchos motivos por los que si yo hubiera sido controlador me hubiera unido a la protesta. A sabiendas de que, aún pudiendo estar en posesión de un derecho legítimo, se fallaba de forma clara en las formas y se perjudicaba a quién no tenía culpa ninguna: el usuario final. Porque quién ha mentido, reiterada y descaradamente, ha sido el gobierno. Ha mentido antes, durante y después. Ha mentido para tapar sus numerosos errores económicos, sus medidas antisociales, la nueva vuelta de tuerca a la reforma de las pensiones, la retirada de las ayudas a los parados de larga duración - los más jodidos - su entrega absoluta al otrora enemigo yankie puesta de manifiesto en wikileaks, su política de entreguismo a los vecinos de la media luna y su permanente ridículo en cada uno de los asuntos en los que ponen su mano. Y lo han solucionado de la peor forma posible: mediante la aplicación de un estado de alarma que no se ha producido en España jamás, ni siquiera tras los atentados de Atocha o el asesinato de Miguel Ángel Blanco, con el único objeto de dar una impresión de mano dura donde no hay sino cobardía política. Eso y los medios de comunicación afines y subvencionados. Estrategia y nada más que estrategia política a nivel nacional.
Como estrategia, nada más que estrategia política, esta vez a nivel local, ha sido la lectura que se ha dado en algún medio de comunicación a la presentación de una alegación al "Convenio Urbanístico afectante a los ámbitos de suelo no sectorizado de Guadalobón y Arroyo Vaquero entre el Ayuntamiento y las sociedades Urbanizadora XXI, SL, Proyectos Arroyo Vaquero, SL y Proyectos Guadalobón, SL", por parte de un concejal del Equipo de Gobierno. Sergio López, el firmante, nuestro particular controlador, no hace sino poner de manifiesto, como lo han hecho más de treinta firmantes entre particulares, asociaciones, partidos políticos y colectivos y este medio en dos amplios reportajes semanas atrás, que lo que se ha presentado a la opinión pública no es más que la ordenación de dos sectores, propiedad de empresarios muy bien relacionados, sin que en ella se contemple, ni de lejos, nada relacionado con la futura Universidad en Estepona. Como no podía ser de otra forma, estamos ya desgraciadamente acostumbrados, López será noticia , a partir de ahora, por sus amigos y compañeros de gobierno del periodo 2003-2008 - los mismos, por cierto, amigos y compañeros de Valadez y Cristina Rodríguez - en lugar de por defender los derechos de los vecinos que le votaron para el cargo que es lo que le ha llevado a presentar la alegación al convenio. Hemos pasado, como ven, de los controladores a los controlados. En este caso por los medios de comunicación afines al partido socialista, ajenos a cualquier capacidad crítica y escribiendo al dictado. No podría entenderse de otra forma lo publicado al respecto por El País en relación a la difícil y leal actitud de López. Difícil por su situación personal como isla dentro de un partido en clara descomposición. Leal, con los ciudadanos, por encima de la política de partido. Leal con la historia del pueblo, con las esperanzas de, al menos, un par de generaciones que llevan más de veinte años anhelando un sueño universitario y lo que es más importante, leal consigo mismo.
Sergio debiera ser hoy un referente en su partido. Peor para ellos.
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