En las dos últimas semanas he hecho un par de descubrimientos importantes. El último, cronologicamente, fue Léolo, el protagonista de la historia anterior. La primera, de manos de un reciente conocido y espero que en un futuro próximo amigo, se llama Adele. No voy a cometer la exageración que he tenido ocasión de leer - aquello de a rey muerto, rey puesto - y convertirla en la sustituta de Amy Winehouse por mucho que ambas, junto a Kate Nash, sean antiguas alumnas de la Brit School of Performing Arts of Croydon, pero lo que debemos reconocer es que sus registros e incursiones en el mundo del soul y el jazz le acercan por sus características vocales a los mejores en ambos campos. Su primer disco data de 2008, Chasing Pavements, donde ya mostraba los fundamentos que confirmó en 2011 con 21´Sampler. He aquí un temazo de 2008, Hometown Glory.
Me encuentro a Adele en cada paso que doy. Esta tarde, mientras pasaba junto al estudio de radio, volvía a escucharla tras cerrar el ordenador y ver una referencia cercana en una red social. Lo cierto es que su último disco es altamente recomendable y consolida definitivamente su posición en el incipiente mercado del soul y el jazz moderno. Temas como Rolling in the Deep nos teletransportan a otras épocas y nos traen recuerdos mejorados de antiguas intérpretes de ambos estilos. Si de este largo y cálido verano he sacado en claro a Adele, bienvenida sea. Ella, Léolo, y otros recuerdos impresos en papel, vinilo o celuloide y los recuerdos que les acompañan, son bagaje más que suficiente para el recuerdo de unos días diferentes. Cerremos con una versión en directo del Rolling in the Deep de 2011.
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