ADIOS A LAS ARMAS









El primer minuto en Radio Estepona




Ayer, muchos lo habrán visto por televisión, se celebró el último día de las Fuerzas Armadas con Zapatero como presidente del Gobierno de España. Un año más, la respuesta popular al líder socialista fue un abucheo que pone de manifiesto la desazón y el cabreo generalizado de un país en crisis y con más de cinco millones de parados reales. Un año más, la ministra Chacón intentó en vano impedir que las voces de los descontentos llegaran al ya expresidente in-pectore en un burdo intento de ocultar a sus oídos lo que ya es un clamor popular en los últimos años.

Aquel que permaneció sentado ante la bandera americana era ayer un juguete roto en lo político. Roto y arrinconado, como el pariente incómodo al que nadie quiere prestar atención entre los asistentes. Claro que peor aún es el abandono de los ausentes. Hasta siete presidentes de comunidad autónoma, incluido el andaluz, dieron la espalda a Zapatero. Su mano derecha en el partido socialista, el gallego José Blanco, tampoco acudió a la cita aunque a éste, dado la que le está cayendo, se le pueda justificar la ausencia.

Tengo que decir que sentí una cierta lástima en lo personal. Imaginaba su soledad y las miradas de quienes le rodean deseosos de que pasen rápidamente los días que quedan hasta el 20 de noviembre. Unos días que serán, precisamente, los más largos en la vida política de Zapatero. Pero sólo fue un suspiro. El síndrome de Estocolmo se me pasó de inmediato cuando me vinieron a la cabeza lo largos que se nos han hecho al resto de los españoles los años de gobierno bajo su mandato y las consecuencias para las familias de su política económica y fiscal.