El primer minuto en Radio Estepona
En un día en que la noticia es el desparrame bursatil, vamos a hablar de luces. De pocas luces más bien. Puedo jurarles que no soy de los que llegan tarde a casa. Y cuando eso ocurre, saben donde buscarme: la happy del puerto y aledaños son los lugares que me enseñaron mis compañeros al llegar a Estepona y en esas seguimos. No obstante, en ocasiones, por razones de trabajo o diversión, debo desplazarme a otras ciudades vecinas y volver a casa bien entrada la noche. Hasta hace unos días, según el ministerio de Fomento y sin que se me hubiera diagnosticado, debiá ser poseedor de un instinto especial, la enfermedad del murciélago podríamos llamarle, de forma que aunque la autopista estuviera a oscuras, un sexto sentido me hacia orientarme sin dificultad por muy tarde que fuera la hora de llegada a casa. A mi, la verdad, es que esta explicación me resulta extraña. Yo estaba convencido de que la A-7 estaba perfectamente iluminada hasta hace hace bien poco y que el único mérito del que podía presumir era el de ser capaz a esas horas de mantener la cordura necesaria para llegar a casa a una hora razonable.
Sin embargo, José Blanco, nuestro todavía ministro de Fomento, nos ha intentado convencer de que la autopista, la más cara de España, carecía de luz desde su apertura y que la denuncia del Partido Popular y las manifestaciones del alcalde de Estepona y sus compañeros de la costa en el sentido de que no iba a seguir sufragando unos costes que no le corresponden, refiriéndose a la iluminación de la vía, no se corresponden con la realidad. Según Blanco, la autopista se ilumina únicamente con las luces de los vehículos que circulan por ella y el que haya visto algún tipo de manifestación lumínica en otro sentido, simplemente ha perdido la razón. Es decir, que todos y cada uno de los que llevamos circulando por ella desde el año 2002 hemos imaginado cosas y, abducidos por algún extraño virus, hemos imaginado lo que no existía más que en nuestra imaginación.
Aceptando pulpo como animal de compañía, solo me queda recomendar al alcalde de nuestra ciudad que se mantenga en sus trece, ni pague ni reconozca un euro más y que sea el gobierno central el que asuma sus compromisos. A fin de cuentas a Blanco, también llamado el mediador, con que le iluminen las gasolineras le basta en los tiempos que corren. Y a los demás, al fin y al cabo, nos queda poco más de un mes para volver a ver la luz.
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