El primer minuto 15.11.2011
Los mercados no entienden de futuros. El 20-N, tan cerca y tan lejos, está condicionado por factores externos que escapan a la voluntad de los contendientes. Como en los peores sueños de un Murphy juvenil, su Ley se hace inexorable en un país que necesitaba todo menos que la tostada cayera por el lado de la mantequilla. A pesar de que ayer mismo hemos sabido que el previsible vencedor de las elecciones, el popular Mariano Rajoy, viene gestionando la solución de la crisis junto al presidente Zapatero y las potencias de la Unión Europea en un afán de controlar la situación en lo posible y teniendo todos claro que nos ha salvado el pellejo, precisamente, el adelanto electoral - otro gallo hubiera cantado en caso contrario - los mercados se empeñan en no dejarnos respirar.
Ayer nos acostamos con datos que ponen los pelos de punta a los analistas financieros. Nuestro país está a un paso del punto de no retorno. La deuda pública supera por vez primera desde agosto el 6%, la prima de riesgo ha aumentado cien puntos básicos desde la pasada semana hasta situarse en 430 puntos y la posibilidad de quiebra rebasa por décimas el 31%. Para que se hagan una idea de la magnitud de los datos, todos los países que han superado el 7% en el tipo de interés que pagan por colocar sus deuda pública o una prima de riesgo de 450 puntos básicos, han necesitado la ayuda internacional para evitar la quiebra. Anoche dormimos a un punto del 7% fatídico y a 18 puntos básicos del desastre económico y financiero. Por si todo lo anterior fuera poco, Unicrédito, el principal banco italiano, ha perdido más de 10.000 millones de euros en el tercer trimestre de 2011 arrastrando consigo a la gran banca europea que ha visto como la cotización de sus acciones era de nuevo castigada duramente por los mercados. Y algunos, a pesar de la que está cayendo, no alcanzan a comprender el signo que marcan las encuestas y cambian de estrategia a mitad de camino. A pesar de su laicidad impostada, más les valdría rezar.
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