Flaco favor le ha hecho el Partido Popular asturiano a la que hasta ayer era más que probable mayoría absoluta de sus compañeros andaluces. No vayan creer que la distancia es el olvido, en política las cosas no funcionan así. La pinza que PP y PSOE han aplicado a Foro Asturiano que ha desembocado en la devolución de unos presupuestos que obligan a la prórroga de los que el PP votó en contra hace poco más de un año, puede traer consecuencias imprevisibles. El efecto mariposa, ya saben el aleteo de una mariposa en China que puede derivar en un terremoto en Moscú, aplicado a la política nos lleva a que los votos perdidos como consecuencia de una campaña a cara de perro en Asturias puedan conllevar a poner en peligro los resultados que las encuestas le dan como probables a Arenas en Andalucía.
Habría que conocer las verdaderas razones, la intrahistoria, del desencuentro entre Alvarez Cascos y los mandatarios del PP asturiano para hablar con propiedad. Cierto es que son de dominio público hace tiempo algunas de ellas, como cierto es también que el verdadero fondo del asunto, las tramas de lealtades y deslealtades, intereses y ambiciones, son de consumo interno. Hace bien Rajoy en dejar que sean los líderes locales quienes decidan sobre el futuro local del partido pero, visto desde lejos, parece que no han conseguido controlar la situación hasta normalizarla. Está por ver el futuro gobierno que saldrá de las urnas el 25 de marzo, como está por ver el que gobernará en Sevilla. Pero una guerra como la que se presenta en la región asturiana es una bombona de oxígeno para el PSOE andaluz. Tendría gracia que Griñán terminará cantando el "Asturias patria querida".
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