Caer de pie





El juez decano de Palma de Mallorca, aplicando la más absoluta lógica, ha decidido que Iñaki Urdangarín entre en los juzgados por su propio pie. Tampoco tengo muy claro porqué habrían de establecerse diferencias entre el yerno del Rey y cualquier otro ciudadano en sus mismas circunstancias. Si nos atenemos a los antecedentes, este es un país en el que se suele aplicar la pena de televisión a los personajes conocidos del mundo de la farándula y la política pero todavía hay límites que nadie se atreve a traspasar. Ni lo uno ni lo otro. Urdangarín, si cabe. como consecuencia de su posición y de los privilegios que obtiene como consecuencia de su boda real, debiera tener aún más prudencia y transparencia en sus negocios que cualquier ciudadano, incluidos los políticos. Y en su caso, además, se da la circunstancia de la advertencia recibida, de los avisos omitidos y la sensación de impunidad con que ha venido operando.
La familia real ha sido a lo largo de las últimas décadas una familia ejemplar. O, al menos, nuestro desconocimiento de los recovecos de su vida, más allá de los cotilleos de rigor, así nos lo hacían ver. En los últimos tiempos se ha abierto la veda. Primero fue el divorcio de Marichalar, después la esposa del príncipe, ahora Urdangarín y en medio los comentarios sobre la situación sentimental del propio Rey. Se ha abierto la veda y ha comenzado la caza mientras a río revuelto los partidarios de la tricolor intentan mover sus bazas.
Entretanto, parece que el asunto del yerno real tiende a recobrar la normalidad. Queremos suponer que el hecho de que sea noticia su entrada a pie no significa que pretendiera entrar bajo palio, que todo pudiera ocurrir.