EL BERNABEU EN OBRAS




Ya los romanos imaginaron nuestro futuro

El presidente del Consejo Superior de Deportes, Miguel Cardenal, ha pedido a las aficiones del Athletic de Bilbao y el Barcelona, respeto para el himno nacional. La gente lo ha tomado muy bien, ya era hora que un responsable gubernamental pusiera de manifiesto la vergüenza que suponen este tipo de actitudes, señalaba un ciudadano interrogado al respecto por uno de los medios que han tenido este asunto como noticia del día. A mí, tengo que confesarles, ha estado a punto de salirme una nueva úlcera de estómago que añadir a las que ya tengo cicatrizadas. Y es que, uno, en este tipo de situaciones, se encuentra más cerca del Eastwood de Gran Torino que del pseudoprogre que puebla las películas de cine españo únicamente preocupado por quedar bien con los estereotipos de la izquierda en lugar de por mantener un criterio razonable, incluso desde el punto de vista cinematográfico. Pero no debemos dejarnos engañar. No es de recibo, por mucho que quieran vendernos la moto del falso buenísmo, que el común de los mortales pueda entender los miedos gubernamentales y federativos a la exhibición de sus señas de identidad.
Yo no sé como lo verán ustedes pero en lo que a mí respecta, que a fin de cuentas soy el que opino y al que le pueden dar un revolcón, me sigue poniendo la piel de gallina cuando asisto a la izada de mi bandera y los vellos de punta cuando escucho el himno nacional. Que quieren, uno es así, juré bandera hace ya más de treinta años y volvería a jurarla si tuviera la oportunidad. Y me sentó como un tiro ganar la última copa del Rey con el Madrid de baloncesto y no recogerla de manos del convocante y que no sonara el himno nacional. Como me sentó fatal que en la final de la Copa del Rey, esta vez de fútbol, en la que se enfrentaron los mismos que lo harán el 25 de Mayo, se pitara por parte de las dos aficiones este mismo símbolo común a los españoles. Y por eso no entiendo que un responsable gubernativo pida respeto a los símbolos. No se pide, se exige. Y si se vulnera, se sanciona. No vean lo que me alegro que mi Bernabeu esté en obras por esas fechas.